4 de enero de 2022

Traducción

4 de enero de 2022

A los bahá’ís del mundo

Muy queridos amigos:

Estamos en este momento en compañía de los Consejeros Continentales —la gran mayoría de ellos presentes en la Tierra Santa, y algunos de los que no han podido viajar aquí, reunidos con nosotros desde la distancia—y está a punto de concluir el sexto y último día de la conferencia, que se ha centrado en el próximo Plan de Nueve Años. Hay muchas cosas que podríamos compartir con ustedes sobre el espíritu de esta conferencia, tal como se observa en sus participantes. Inmersos en la experiencia, han sido testigos del incremento de la capacidad del mundo bahá’í, y rebosan de confianza en lo que ustedes pueden continuar logrando. No podríamos haber esperado una comprensión más aguda y perspicaz de lo que se requiere en el próximo Plan que la que se ha demostrado en las consultas de estas almas consagradas. Pero, por supuesto, esto es solo el comienzo. Cuando los Consejeros regresen a los países de los cinco continentes, les llevarán a ustedes y a aquellos que sirven con ustedes todo lo que han asimilado. Ellos y sus auxiliares estarán a su lado, conforme se preparan para esta enorme empresa colectiva, especialmente mediante su participación en la ola de conferencias que pronto se extenderá por todo el mundo, donde el llamamiento universal de Bahá’u’lláh para laborar por el mejoramiento del mundo galvanizará a las personas que desean el bien de la humanidad allí reunidas.

Una convergencia de circunstancias en el mundo en general y en el seno de la Fe ha hecho que este sea un momento culminante. Los desafíos globales que ahora afronta la humanidad son una dura prueba de su voluntad de dejar de lado los intereses propios de corto plazo y aceptar esta contundente realidad espiritual y moral: no hay más que una única familia humana interconectada, que comparte una preciada Tierra. En este mismo momento, los seguidores de Bahá’u’lláh están examinando de nuevo las posibilidades que tienen ante sí para liberar el poder de construcción de sociedad de la Fe. Este Plan pondrá a prueba su resistencia, su fuerza de voluntad y la intensidad de su amor por los que habitan junto a ellos. Ayudarán a cultivar, en cada lugar, comunidades con un propósito común que reconozcan el poder de la unidad para sanar y para trascender. Dentro de esas comunidades, cada alma podrá encontrar un refugio, y en las numerosas actividades de los amigos en favor de la adoración y la alabanza, de la educación, la transformación social y el desarrollo de las comunidades, en todas ellas, cada alma podrá encontrar un espacio para crecer y servir. Nos sentimos conmovidos por la promesa de ‘Abdu’l-Bahá: «Los pequeños se convertirán en grandes, y a aquellos que no tienen poder les será dada fuerza; los que son de tierna edad se convertirán en los hijos del Reino, y aquellos que se han desviado serán guiados a su morada celestial.»

Cuando Bahá’u’lláh proclamó Sus buenas nuevas, los creyentes devotos que podían llevar Su mensaje a la humanidad eran muy pocos. Hoy, alabado sea Dios, la devoción de los amigos no ha disminuido, y su número ha aumentado. Que el poder de Su palabra fortifique sus corazones y que, en cada ocasión y en cada espacio, brillen con la luz de los esplendores del cielo. Esta será la oración en nuestros labios y la esperanza en nuestros corazones cuando hoy, junto con los Consejeros, entremos en el Santuario de la Bendita Belleza para ofrecer súplicas en nombre de ustedes.

[firmado: La Casa Universal de Justicia]