29 de diciembre de 2015
Traducción
29 de diciembre de 2015
A la Conferencia de los Cuerpos Continentales de Consejeros
Muy queridos amigos:
El Plan que el mundo bahá’í emprendió hace casi cinco años se encuentra en sus etapas finales; el cómputo final de sus logros sigue creciendo, pero se cerrará pronto. El esfuerzo colectivo que ha inspirado ha requerido la dependencia incondicional en esos poderes con que un Señor benevolente ha dotado a Sus seres queridos. Reunidos con ustedes en este momento de reflexión, somos conscientes de la determinación de los amigos para llevar el Plan actual a un final feliz, y de su afán de avanzar más aun por el camino que la experiencia ha marcado.
La distancia considerable ya recorrida a lo largo de ese camino es evidente por los sumamente asombrosos resultados del Plan actual. La meta ambiciosa de elevar a 5.000 el número de agrupaciones donde está en marcha un programa de crecimiento, sea cual fuere su nivel de intensidad, parece que se conseguirá en los meses que restan hasta Riḍván de 2016. En muchas decenas de agrupaciones hay más de un millar de habitantes —en ocasiones varios miles— que participan en un modelo de actividad consolidado que abarca un número creciente de personas, creando comunidades cuyos hábitos de pensamiento y acción están arraigados en la Revelación de Bahá’u’lláh. A nivel mundial, medio millón de personas han podido completar por lo menos el primer libro de la secuencia de cursos, una hazaña extraordinaria que ha sentado una base segura para el sistema de desarrollo de recursos humanos. Una generación de jóvenes se siente impulsada a tomar acción motivada por una visión convincente de cómo pueden contribuir a la construcción de un mundo nuevo. Maravillados por lo que han visto, los líderes de la sociedad en algunos lugares están urgiendo a los bahá’ís a que amplíen la disponibilidad de sus programas para la educación de los jóvenes. Frente a la creciente complejidad, las instituciones bahá’ís y sus agencias están encontrando maneras de organizar las actividades de un número creciente de amigos promoviendo la colaboración y el apoyo mutuo. Y la capacidad de aprendizaje, que representó un legado tan inestimable de Planes anteriores, se está extendiendo más allá del ámbito de la expansión y la consolidación para abarcar otras áreas de la labor bahá’í, especialmente la acción social y la participación en los discursos prevalecientes de la sociedad. Vemos a una comunidad fortalecida con vigor y experiencia duramente adquirida, resultados de dos décadas de esfuerzo infatigable, centrada en un objetivo común: un avance significativo en el proceso de entrada en tropas.
No cabe ninguna duda que este proceso debe ir mucho más lejos; sin embargo, los acontecimientos demuestran que ya se ha producido un avance significativo. Ha preparado a los amigos de Dios para una prueba más exigente de sus capacidades, una prueba que también demandará mucho de su institución a medida que los dirigen hacia el cumplimiento de sus requisitos. En el Plan venidero, que concluirá en el umbral del segundo siglo de la Edad Formativa de la Fe, llamaremos a los creyentes en todas partes a realizar el inmenso esfuerzo necesario para hacer fructificar las semillas que tan amorosa y diligentemente han sido sembradas y regadas en los cinco Planes que le precedieron.