Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

CV

¡Oh reyes de la tierra! Ha llegado Aquel que es el soberano Señor de todos. El Reino es de Dios, el Protector omnipotente, Quien subsiste por Sí mismo. No adoréis más que a Dios y, con corazón radiante, levantad el rostro hacia vuestro Señor, el Señor de todos los nombres. Ésta es una Revelación con la cual no podrá nunca compararse nada de lo que poseéis, si lo supierais.

Vemos cómo os regocijáis con lo que habéis acumulado para otros, y cómo os excluís de mundos que sólo Mi Tabla resguardada puede calcular. Los tesoros que habéis acumulado os han alejado inmensamente de vuestra meta última. Esto es indigno de vosotros, ojalá pudierais comprenderlo. Limpiad vuestros corazones de toda contaminación terrenal y apresuraos a entrar en el Reino de vuestro Señor, el Creador de la tierra y del cielo, Quien hizo que el mundo temblara y gimieran todos sus pueblos, salvo quienes han renunciado a todas las cosas y se han aferrado a lo que la Tabla Oculta ha ordenado.

Éste es el Día en que Quien conversó con Dios ha alcanzado la luz del Anciano de Días y ha bebido las aguas puras de la reunión de esta Copa que ha hecho levantarse el oleaje de los mares. Di: ¡Por el único Dios verdadero! El Sinaí gira en torno a la Aurora de la Revelación, al tiempo que de las alturas del Reino se oye la Voz del Espíritu de Dios que proclama: “Moveos, vosotros los orgullosos de la tierra, y acudid presurosos a Él”. En este Día el Carmelo, anhelante de adoración, se ha apresurado a alcanzar Su corte, mientras que del corazón de Sión surge el grito: “La promesa está cumplida. Se ha hecho manifiesto lo que había sido anunciado en la sagrada Escritura de Dios, el Exaltadísimo, el Todopoderoso, el Más Amado”.

¡Oh reyes de la tierra! La Ley Suprema ha sido revelada en este Lugar, en este escenario de trascendental esplendor. Toda cosa oculta ha sido traída a la luz en virtud de la Voluntad del Supremo Ordenador, Quien ha anunciado la Hora Final, por Quien la Luna ha sido hendida y han sido explicados todos los decretos irrevocables.

¡No sois más que vasallos, oh reyes de la tierra! Aquel que es el Rey de Reyes ha aparecido ataviado con Su maravillosa gloria y os llama ante Él, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo. Estad atentos, no sea que el orgullo os impida reconocer la Fuente de la Revelación, o que las cosas del mundo os aparten como por un velo de Quien es el Creador del cielo. Levantaos a servirle a Él, Quien es el Deseo de todas las naciones, Quien os ha creado mediante una palabra proveniente de Él y ha ordenado que seáis, por siempre, los emblemas de Su soberanía.

¡Por la rectitud de Dios! No es Nuestro deseo adueñarnos de vuestros reinos. Nuestra misión es capturar y poseer los corazones de los hombres. En ellos están fijos los ojos de Bahá. De ello da fe el Reino de los Nombres, si pudierais comprenderlo. Quien siga a su Señor renunciará al mundo y a todo lo que hay en él. ¡Cuánto mayor, entonces, ha de ser el desprendimiento de Quien ocupa tan augusta posición! Abandonad vuestros palacios y apresuraos a ser admitidos en Su Reino. Esto, realmente, os aprovechará tanto en este mundo como en el venidero. Así lo atestigua el Señor del dominio de lo alto, ojalá lo supierais.

¡Cuán grande es la bienaventuranza que aguarda al rey que se disponga a ayudar a Mi Causa en Mi reino, y se desprenda de todo menos de Mí! Ese rey se cuenta entre los compañeros del Arca Carmesí, Arca que Dios ha preparado para el pueblo de Bahá. Todos deben glorificar su nombre, reverenciarle y ayudarle a abrir las puertas de las ciudades con las llaves de Mi Nombre, el omnipotente Protector de todos los que habitan en el reino visible y el invisible. Tal rey es el ojo mismo de la humanidad, el ornamento luminoso de la frente de la creación, el manantial de bendiciones para el mundo entero. ¡Oh pueblo de Bahá! Ofrendad en su ayuda vuestros bienes, es más, vuestras propias vidas.