Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

CXI

¡Oh pueblos y linajes contendientes de la tierra! Dirigid el rostro hacia la unidad y dejad que el fulgor de su luz brille sobre vosotros. Reuníos y, por amor a Dios, decidíos a extirpar todo lo que sea fuente de discordia entre vosotros. Entonces, el resplandor del gran Luminar del mundo envolverá a toda la tierra y sus habitantes llegarán a ser los ciudadanos de una sola ciudad y los ocupantes de un solo trono. Este Agraviado, desde los primeros días de Su vida, nunca ha tenido otro deseo más que éste, ni sentirá anhelo alguno que no sea este anhelo. Es indudable que los pueblos del mundo de cualquier raza o religión derivan su inspiración de una sola Fuente celestial y son los súbditos de un solo Dios. La diferencia entre las disposiciones por las que se rigen debe ser atribuida a los requisitos y exigencias variables de la época en que fueron reveladas. Todas ellas, excepto algunas que son producto de la perversidad humana, fueron ordenadas por Dios y son el reflejo de Su Voluntad y Propósito. Levantaos y, armados con el poder de la fe, despedazad los dioses de vuestras vanas imaginaciones, los sembradores de disensión entre vosotros. Aferraos a aquello que os junte y os una. Esto es, en verdad, la más exaltada Palabra que el Libro Madre ha enviado y revelado a vosotros. Esto lo atestigua la Lengua de Grandeza desde Su morada de gloria.