Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
CXVI
¡Oh reyes de la Cristiandad! ¿No oísteis las palabras de Jesús, el Espíritu de Dios: “Yo Me voy, y vuelvo a vosotros”? ¿Por qué, entonces, cuando Él vino nuevamente a vosotros en las nubes del cielo, no os acercasteis a Él, para que pudierais ver Su rostro y ser de los que alcanzaron Su Presencia? En otro pasaje Él dice: “Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, Él os guiará a toda verdad”. Empero, ved cómo, cuando Él os trajo la verdad, rehusasteis volver vuestros rostros hacia Él, y persististeis en divertiros en vuestros pasatiempos y vanidades. No Le disteis la bienvenida, ni buscasteis Su Presencia, para que pudierais oír los versículos de Dios de Su propia boca y participar de la múltiple sabiduría del Todopoderoso, el Todoglorioso, el Sapientísimo. Debido a vuestra falta, habéis impedido que sople sobre vosotros el aliento de Dios, y habéis privado a vuestras almas de la dulzura de su fragancia. Continuáis vagando con deleite en el valle de vuestros deseos corruptos. Vosotros y todo lo que poseéis pasará. De cierto, volveréis a Dios y seréis llamados a rendir cuenta de vuestros actos en presencia de Aquel que reunirá a toda la creación...
Han pasado veinte años, oh reyes, durante los cuales cada día hemos probado la angustia de una nueva tribulación. Ninguno de los que Nos precedieron ha soportado lo que Nos hemos soportado. ¡Ah, si lo comprendierais! Aquellos que se levantaron contra Nos nos han matado, han derramado nuestra sangre, han saqueado nuestros bienes y violado nuestro honor. Aunque conscientes de la mayoría de nuestras aflicciones, no habéis detenido, sin embargo, la mano del agresor. Pues ¿no es acaso vuestro claro deber refrenar la tiranía del opresor y tratar con equidad a vuestros súbditos, para que vuestro alto sentido de la justicia se demuestre plenamente ante toda la humanidad?
Dios ha confiado en vuestras manos las riendas del gobierno del pueblo, para que reinéis con justicia sobre ellos, defendáis los derechos de los humillados y castiguéis a los malhechores. Si descuidáis el deber prescrito a vosotros por Dios en Su Libro, vuestros nombres serán contados entre los injustos a Su vista. Grave, ciertamente, será vuestro error. ¿Os aferráis a lo que vuestras imaginaciones han maquinado y arrojáis tras de vosotros los mandamientos de Dios, el Exaltadísimo, el Inaccesible, el Imponente, el Todopoderoso? Desechad las cosas que poseéis y aferraos a lo que Dios os ha ordenado observar. Buscad Su gracia, pues aquel que la busca huella Su recto Camino.
Reflexionad sobre la condición en que estamos y fijaos en los males y dificultades a los que hemos sido sometidos. No Nos desatendáis ni por un momento y juzgad entre Nos y Nuestros enemigos con equidad. Esto, de seguro, será para vosotros un beneficio manifiesto. Así os relatamos Nuestra historia y os contamos las cosas que Nos han acaecido, para que remediéis Nuestros males y aliviéis Nuestra carga. Que aquel que quiera Nos libere de Nuestra dificultad; y en cuanto a aquel que no quiera, Mi Señor es de seguro el mejor socorro.
Advierte y haz conocer a la gente, oh Siervo, aquello que Te hemos enviado, y no dejes que el temor a nadie Te desaliente, y no seas de los que vacilan. Se aproxima el día en que Dios habrá exaltado Su Causa y magnificado Su testimonio a los ojos de todos los que están en los cielos y todos los que están en la tierra. Pon, en todas las circunstancias, plena confianza en Tu Señor, fija Tu mirada en Él, y apártate de todos los que repudian Su verdad. Que Dios, Tu Señor, sea Tu único socorro y ayuda. Nos hemos comprometido a asegurar Tu triunfo sobre la tierra y a exaltar Nuestra Causa por encima de todos los seres humanos, aunque no encontremos ningún rey que dirija su mirada a Ti.