Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

CXXXV

¡Oh Letra del Viviente! El oído de Dios ha percibido tu clamor, y Sus ojos han visto la súplica que has escrito. Él te llama desde Su sede de gloria y te revela los versículos que hizo descender Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo.

Bienaventurado eres porque has abolido enteramente el ídolo del egoísmo y de la vana imaginación, y porque has rasgado el velo de la ociosa fantasía, mediante la fuerza del poder de tu Señor, el Supremo Protector, el Todopoderoso, el único Amado. Ciertamente has de ser contado entre aquellas Letras que han superado a toda otra Letra. Por eso Dios te ha elegido, por la lengua de tu Señor, el Báb, el resplandor de Cuyo semblante ha envuelto y continuará envolviendo a toda la creación. Da gracias al Todopoderoso y magnifica Su nombre, por cuanto Él te ha ayudado a reconocer esta Causa que ha hecho temblar los corazones de los habitantes de los cielos y de la tierra, que ha sido el motivo de que clamen los moradores de los Reinos de la creación y de la Revelación, y por la cual se han descubierto y probado los secretos ocultos de los corazones.

Tu Señor, el Altísimo (el Báb), desde Su Reino de gloria, te dirige estas palabras: Grande es la bienaventuranza que te espera, oh Letra del Viviente, porque tú de verdad has creído en Mí, has rehusado avergonzarme ante el Concurso de lo alto, has cumplido tu promesa, te has despojado del velo de las vanas imaginaciones y has fijado tu mirada en el Señor, tu Dios, el Señor de lo invisible y lo visible, el Señor del Templo Frecuentado. Estoy muy contento contigo, por cuanto he encontrado tu rostro radiante de luz en el Día en que los rostros se han tornado lúgubres y se han vuelto negros.

Di: ¡Oh pueblo del Bayán! ¿No os hemos advertido, en todas Nuestras Tablas y en todas Nuestras Escrituras ocultas, que no sigáis vuestras pasiones malas e inclinaciones corruptas, sino que dirijáis vuestra mirada hacia la Escena de gloria trascendente en el Día en que será establecida la Más Grande Balanza, Día en que las dulces melodías del Espíritu de Dios manarán de la diestra del trono de vuestro Señor, el omnipotente Protector, el Todopoderoso, el Santísimo? ¿No os hemos prohibido aferraros a las cosas que os pudieran apartar de la Manifestación de Nuestra Belleza en su siguiente Revelación, ya fuesen las personificaciones de los nombres de Dios y toda su gloria, o los reveladores de Sus atributos y su dominio? ¡Ved cómo, en cuanto Me revelé, rechazasteis Mi verdad y os alejasteis de Mí, y fuisteis de aquellos que consideraron los signos de Dios como un juego y pasatiempo!

¡Por Mi Belleza! En este Día nada en absoluto se aceptará de vosotros, aunque continuéis adorando a Dios y postrándoos ante Él por toda la eternidad de Su dominio, pues todas las cosas dependen de Su Voluntad, y el valor de todos los hechos está condicionado a Su aceptación y agrado. Todo el universo no es más que un puñado de arcilla en Sus manos. A no ser que uno reconozca a Dios y Le ame, su llamada no será escuchada por Dios en este Día. Ésta es parte de la esencia de Su Fe, si lo supierais.

¿Os contentáis con aquello que es como el vapor en la llanura y estáis dispuestos a privaros del Océano Cuyas aguas, en virtud de la Voluntad de Dios, refrescan las almas humanas? ¡Ay de vosotros, por haber respondido a la generosidad de Dios con algo tan vano y despreciable! Sois, en verdad, de aquellos que Me han rechazado en Mi Revelación anterior. ¡Si vuestros corazones al menos comprendieran!

Levantaos y, ante los ojos de Dios, expiad vuestras faltas de deber hacia Él. Éste es Mi mandamiento para vosotros, si prestarais oídos a Mi mandamiento. ¡Por Mí mismo! Ni el pueblo del Corán, ni los seguidores de la Torá o del Evangelio, ni los de ningún otro Libro han cometido lo que vuestras manos han hecho. Yo mismo he dedicado toda Mi vida a la defensa de la verdad de esta Fe. Yo mismo, en todas Mis Tablas he anunciado el advenimiento de Su Revelación. Sin embargo, tan pronto como Él Se manifestó en Su Revelación siguiente, ataviado con la gloria de Bahá y engalanado con el manto de Su grandeza, os rebelasteis contra Aquel que es el Supremo Protector, Quien subsiste por Sí mismo. ¡Cuidado, oh pueblo! Avergonzaos de aquello que Me ha acaecido a vuestras manos en el camino de Dios. Cuidaos de no llegar a ser contados entre los que han rechazado cuanto les ha sido enviado desde el Cielo de la trascendente gloria de Dios.

Tales son, oh Letra del Viviente, las palabras que tu Señor ha pronunciado y te ha dirigido desde los dominios de lo alto. Proclama las palabras de tu Señor a Sus siervos, para que tal vez se sacudan el sueño y pidan perdón a Dios, Quien los ha formado y creado, y les ha enviado esta muy refulgente, esta muy santa y manifiesta Revelación de Su Belleza.