Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
CXXXVI
Di: Oh pueblo, librad vuestras almas de las cadenas del yo y purificadlas de todo apego a cualquier cosa que no sea Yo. Mi recuerdo limpia todas las cosas de profanación, si pudierais comprenderlo. Di: Si todas las cosas creadas fuesen despojadas enteramente del velo de la vanidad y el deseo mundanos, la Mano de Dios las ataviaría en este Día, a todas y cada una de ellas, con el manto de “Él hace lo que desea en el reino de la creación”, para que así fuera manifestado en todas las cosas el signo de Su soberanía. Exaltado, entonces, sea Él, el Soberano Señor de todo, el Todopoderoso, el Supremo Protector, el Todoglorioso, el Omnipotente.
Entona, oh Mi siervo, los versículos de Dios que has recibido, como son entonados por aquellos que se han acercado a Él, para que la dulzura de tu melodía encienda tu propia alma y atraiga los corazones de todos. Siempre que alguien recite en la intimidad de su aposento los versículos que Dios ha revelado, los ángeles esparcidores del Todopoderoso difundirán por doquier la fragancia de las palabras emanadas de su boca, y harán que palpite el corazón de toda persona recta. Aunque al principio permanezca inconsciente de su efecto, sin embargo, la virtud de la gracia que le ha sido concedida debe necesariamente ejercer tarde o temprano influencia sobre su alma. Así han sido decretados los misterios de la Revelación de Dios en virtud de la Voluntad de Aquel que es la Fuente de poder y sabiduría.
¡Oh Khalíl! Dios es Mi testigo. A pesar de que Mi Pluma aún se desliza sobre Mi Tabla, en el fondo de su corazón llora y está dolorosamente afligida. La lámpara que arde ante el Trono, asimismo, llora y gime a causa de lo que la Antigua Belleza ha sufrido a manos de aquellos que no son sino una creación de Su Voluntad. Dios mismo sabe y atestigua la verdad de Mis palabras. Nadie que haya purgado su oído del ruidoso clamor de los infieles y lo haya orientado hacia todas las cosas creadas puede dejar de oír la voz de su lamento y llanto por el dolor que Nos ha acaecido a manos de aquellos de Nuestros siervos que no han creído y se han rebelado contra Nos. Así te hemos descubierto una vislumbre de las penas que Nos han sobrevenido para que seas consciente de Nuestros sufrimientos, y para que, pacientemente, soportes tus aflicciones.
Disponte a asistir a tu Señor en todo tiempo y en toda circunstancia, y sé tú uno de Sus ayudantes. Advierte, entonces, a las gentes que presten atención a las palabras que el Espíritu de Dios ha pronunciado en esta refulgente y esplendorosa Tabla. Di: No sembréis, oh pueblo, las semillas de la disensión entre las personas, y no contendáis con vuestro prójimo. Sed pacientes en todas las circunstancias, y depositad toda vuestra fe y confianza en Dios. Ayudad a vuestro Señor con la espada de la sabiduría y la palabra. Esto, ciertamente, es propio de la posición del ser humano. Apartarse de ello sería indigno de Dios, el Soberano Señor de todo, el Glorificado. Sin embargo, el pueblo ha sido desviado, y es, ciertamente, de los desatentos.
Abrid, oh pueblo, las puertas de los corazones con las llaves del recuerdo de Aquel que es el Recuerdo de Dios y la Fuente de sabiduría entre vosotros. Él ha elegido de entre todo el mundo los corazones de Sus siervos, y los ha hecho sede de la revelación de Su gloria. Por tanto, purificadlos de toda profanación, para que en ellos sea grabado aquello para lo cual fueron creados. Esto, de hecho, es una muestra del generoso favor de Dios.
Embelleced vuestras lenguas, oh pueblo, con la veracidad, y adornad vuestras almas con el ornamento de la honradez. Cuidado, oh pueblo, no sea que tratéis traicioneramente a alguien. Sed los fiduciarios de Dios entre Sus criaturas y los emblemas de Su generosidad en medio de Su pueblo. Aquellos que siguen sus deseos lujuriosos e inclinaciones corruptas han errado y malgastado sus esfuerzos. Ellos, de veras, son de los perdidos. Esforzaos, oh pueblo, para que vuestros ojos sean dirigidos hacia la misericordia de Dios, vuestros corazones estén en consonancia con Su maravilloso recuerdo, vuestras almas dependan confiadamente de Su gracia y munificencia, y vuestros pies huellen el camino de Su complacencia. Ésos son los consejos que os lego. ¡Ojalá siguierais Mis consejos!