Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
CXXXVII
Algunos han considerado que es lícito violar la integridad de los bienes de su prójimo y no han dado importancia a la orden de Dios prescrita en Su Libro. ¡Que el mal recaiga sobre ellos y les aflija el castigo de Dios, el Todopoderoso, el Omnisciente! ¡Por Aquel que brilla sobre la Aurora de santidad! Si toda la tierra fuera convertida en plata y oro, nadie de quien pueda decirse que verdaderamente ha ascendido al cielo de fe y certeza se dignaría a mirarlo, menos aun a tomarlo y guardarlo. Nos hemos referido anteriormente a este tema en pasajes revelados en lengua árabe, en palabras de exquisita belleza. ¡Dios es Nuestro testigo! Quien haya gustado la dulzura de esas palabras nunca consentirá traspasar los límites que Dios ha fijado, ni volverá su mirada hacia nadie excepto su Bienamado. Esa persona reconocerá fácilmente, con su vista interior, cuán vanas y fugaces son las cosas de este mundo, y pondrá sus afectos en cosas de lo alto.
Di: ¡Avergonzaos, oh vosotros que pretendéis ser quienes aman a la Antigua Belleza! Que os sirvan de amonestación las tribulaciones que Él ha sufrido, el peso de la angustia que ha soportado por amor de Dios. Que vuestros ojos se abran. ¿Con qué propósito Se ha afanado Él, si las múltiples pruebas que ha sobrellevado van a tener finalmente como resultado tan despreciables declaraciones y tan miserable conducta? Todo ladrón, todo obrador de iniquidades, en los días anteriores a Mi Revelación, ha pronunciado esas mismas palabras, y ha actuado de esa misma manera.
Ciertamente digo: Prestad atención a Mi dulce voz y purificaos de la profanación de vuestras malas pasiones y deseos corruptos. Aquellos que moran dentro del tabernáculo de Dios, y están establecidos en las sedes de gloria sempiterna, aunque estuviesen muriendo de hambre, rehusarían extender la mano para tomar ilícitamente los bienes de su prójimo, por muy bajo y despreciable que éste sea.
El propósito del único Dios verdadero al manifestarse a Sí mismo es invitar a toda la humanidad a la veracidad y sinceridad, a la piedad y honradez, a la resignación y sumisión a la Voluntad de Dios, a la paciencia y amabilidad, a la rectitud y sabiduría. Su objetivo es vestir a cada uno con el manto de un carácter santificado y adornarlo con el ornamento de acciones buenas y santas.
Di: Tened misericordia de vosotros mismos y de vuestros semejantes, y no permitáis que la Causa de Dios – una Causa inmensamente exaltada por encima de la esencia íntima de la santidad – sea manchada por la inmundicia de vuestras ociosas fantasías, de vuestras imaginaciones indecorosas y corruptas.