Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

XIV

Ha llegado la Divina Primavera, oh Exaltadísima Pluma, por cuanto la Festividad del Todomisericordioso se acerca rápidamente. Disponte a magnificar ante la creación entera el nombre de Dios, y a celebrar Su alabanza de tal manera que sean regeneradas y renovadas todas las cosas creadas. Habla, y no guardes silencio. El sol de la suprema felicidad brilla por encima del horizonte de Nuestro nombre, el Venturoso, por cuanto el reino de los nombres de Dios ha sido adornado con el ornamento del nombre de tu Señor, el Creador de los cielos. Levántate ante las naciones de la tierra y ármate con el poder de éste, el Más Grande Nombre, y no seas de los que tardan.

Me parece que te has detenido y no te deslizas sobre Mi Tabla. ¿Es posible que te haya aturdido el resplandor del Semblante Divino, o que la conversación frívola de los díscolos te haya llenado de pesar y haya paralizado tu movimiento? Ten cuidado y no dejes que nada te impida ensalzar la grandeza de este Día: Día en que el Dedo de majestad y fuerza ha abierto el sello del Vino de la Reunión y ha llamado a todos los que están en el cielo y a todos los que están en la tierra. ¿Prefieres demorarte cuando ya ha soplado sobre ti la brisa anunciadora del Día de Dios, o eres de aquellos que como por un velo están apartados de Él?

No he permitido, oh Señor de todos los nombres y Creador de los cielos, que velo alguno me aparte del reconocimiento de las glorias de Tu Día, Día que es la lámpara de guía para todo el mundo, y el signo del Anciano de Días para todos aquellos que habitan en él. Mi silencio se debe a los velos que han impedido que Te vean los ojos de Tus criaturas, y mi mudez es a causa de los impedimentos que no han permitido a Tu pueblo reconocer Tu verdad. Tú conoces lo que hay en mí; pero yo no conozco lo que hay en Ti. Tú eres el Omnisciente, el Informado. ¡Por Tu nombre que excede cualquier otro nombre! Si alguna vez me alcanzara Tu mandato predominante e irresistible, me facultaría para hacer revivir a todas las almas mediante Tu exaltadísima Palabra, la cual he oído pronunciar a Tu Lengua de poder en Tu Reino de gloria. Me permitiría anunciar la revelación de Tu refulgente semblante mediante el cual lo que estaba oculto a los ojos de la gente ha sido manifestado en Tu nombre, el Perspicuo, el soberano Protector, Quien subsiste por Sí mismo.

Oh Pluma, ¿descubres en este Día a alguien que no sea Yo? ¿Qué hay de la creación y de sus manifestaciones? ¿Y qué ha sido de los nombres y su reino? ¿Adónde han ido todas las cosas creadas, ya sean visibles o invisibles? ¿Qué hay de los secretos ocultos del universo y sus revelaciones? ¡He aquí, la creación entera ha dejado de existir! Nada queda sino Mi Rostro, el Siempre Perdurable, el Resplandeciente, el Todoglorioso.

Éste es el Día en que nada se ve excepto los esplendores de la Luz que brilla en el rostro de Tu Señor, el Munífico, el Más Generoso. Verdaderamente, hemos hecho expirar a cada alma en virtud de Nuestra irresistible soberanía que todo lo sojuzga. Luego, hemos hecho surgir una nueva creación, como señal de Nuestra gracia para con los hombres. Soy, en verdad, el Todogeneroso, el Anciano de Días.

Éste es el Día en que el mundo invisible clama: “Grande es tu bienaventuranza, oh tierra, porque te has constituido en el escabel de tu Dios y has sido escogida como la sede de Su poderoso trono”. El dominio de la gloria exclama: “Ojalá pudiera sacrificar mi vida por ti, porque Aquel que es el Bienamado del Todomisericordioso ha establecido sobre ti Su soberanía, mediante la fuerza de Su Nombre que ha sido prometido a todas las cosas, tanto del pasado como del futuro”. Éste es el Día en que toda cosa bienoliente ha derivado su fragancia del aroma de Mi vestidura, vestidura que ha derramado su perfume sobre la creación entera. Éste es el Día en que las torrentosas aguas de la vida eterna han brotado de la Voluntad del Todomisericordioso. ¡Apresuraos de corazón y alma, y bebed a plenitud, oh Concurso de los dominios de lo alto!

Di: Él es la Manifestación de Aquel que es el Incognoscible, el Invisible de los Invisibles, ojalá lo comprendierais. Él es Quien ha puesto al descubierto ante vosotros la Joya oculta y atesorada, ojalá la buscarais. Él es el único Amado de todas las cosas, ya sean del pasado o del futuro. ¡Ojalá pusierais vuestros corazones y esperanzas en Él!

Hemos oído la voz de tu súplica, oh Pluma, y disculpamos tu silencio. ¿Qué es lo que te ha confundido tan penosamente?

La embriaguez de Tu presencia, oh Bienamado de todos los mundos, me ha embargado y se ha apoderado de mí.

Disponte a proclamar a la creación entera las nuevas de que Aquel que es el Todomisericordioso ha dirigido Sus pasos hacia el Riḍván y ha entrado en él. Guía, pues, al pueblo al jardín de delicias que Dios ha constituido en el Trono de Su Paraíso. Te hemos escogido a ti para que seas Nuestra más grande Trompeta, cuyo toque ha de anunciar la resurrección de toda la humanidad.

Di: Éste es el Paraíso en cuyo follaje el vino de la expresión ha estampado el testimonio: “¡Aquel que estaba oculto a los ojos humanos ha sido revelado, investido de soberanía y poder!”. Éste es el Paraíso, el murmullo de cuyas hojas proclama: “¡Oh vosotros que moráis en los cielos y en la tierra! Ha aparecido aquello que no había aparecido nunca antes. Ha venido Aquel que desde la eternidad tenía oculto Su Rostro a la vista de la creación”. De la murmurante brisa que sopla entre sus ramas se oye el clamor: “Se ha hecho manifiesto Aquel que es el soberano Señor de todo. El Reino es de Dios”, mientras que de sus fluyentes aguas se oye el susurro: “Todos los ojos se alegran, porque Aquel a Quien nadie ha visto, Cuyo secreto nadie ha descubierto, ha alzado el velo de la gloria y ha revelado el semblante de la Belleza”.

Dentro de este Paraíso, y desde las alturas de sus más elevados aposentos, las Doncellas del Cielo han alzado la voz para exclamar: “Regocijaos, moradores de los dominios de lo alto, porque los dedos de Aquel que es el Anciano de Días hacen tañer, en el nombre del Todoglorioso, la Más Grande Campana en el corazón mismo de los cielos. Las manos de la generosidad han hecho circular la copa de la vida eterna. Aproximaos y bebed a plenitud. ¡Bebed con saludable fruición, oh vosotros que sois la encarnación misma del anhelo, la personificación del deseo vehemente!”

Éste es el Día en el cual Aquel que es el Revelador de los nombres de Dios ha salido del Tabernáculo de la gloria, y ha proclamado a todos los que están en los cielos y a todos los que están en la tierra: “Retirad las copas del Paraíso y toda el agua vivificadora que contienen, porque, he aquí, el pueblo de Bahá ha entrado en la dichosa morada de la Presencia divina, y ha bebido el vino de la reunión del cáliz de la belleza de su Señor, el Poseedor, el Altísimo”.

Oh Pluma, olvida el mundo de la creación, y vuélvete hacia la faz de tu Señor, el Señor de todos los nombres. Adorna, entonces, el mundo con el ornamento de los favores de tu Señor, el Rey de los días sempiternos. Porque percibimos la fragancia del Día en el cual Aquel que es el Deseo de todas las naciones ha derramado sobre los reinos de lo invisible y de lo visible el esplendor de la luz de Sus muy excelentes nombres, y los ha envuelto con el resplandor de los luminares de Sus muy bondadosos favores, favores que nadie puede calcular salvo Aquel que es el omnipotente Protector de toda la creación.

No mires a las criaturas de Dios sino con ojos de bondad y misericordia, porque Nuestra amorosa providencia ha impregnado todas las cosas creadas y Nuestra gracia ha envuelto la tierra y los cielos. Éste es el Día en el cual los verdaderos siervos de Dios participan de las vivificantes aguas de la reunión, Día en que los que están cerca de Él pueden beber de las corrientes tranquilas del río de la inmortalidad, y aquellos que creen en Su unidad pueden tomar el vino de Su Presencia, mediante su reconocimiento de Aquel que es el Más Alto y Último Fin de todo, dentro de Quien la Lengua de Majestad y Gloria pronuncia la llamada: “Mío es el Reino. Por derecho propio, Yo mismo soy su Soberano”.

Atrae los corazones humanos con el llamamiento de Aquel que es el solo y único Amado. Di: Ésta es la Voz de Dios, si la escucharais. Ésta es la Aurora de la Revelación de Dios, si lo supierais. Éste es el Punto de amanecer de la Causa de Dios, si lo reconocierais. Ésta es la Fuente del mandamiento de Dios, si la juzgarais con imparcialidad. Éste es el Secreto oculto y manifiesto, ojalá lo comprendierais. ¡Oh pueblos del mundo! En Mi nombre, que trasciende todos los demás nombres, desechad las cosas que poseéis y sumergíos en este Océano en cuyas profundidades se hallan ocultas las perlas de la sabiduría y de la expresión, océano que ondula en Mi nombre, el Todomisericordioso. Así os lo ordena Aquel con Quien está el Libro Madre.

Ha llegado el Más Amado. En Su mano derecha está el Vino sellado de Su nombre. Feliz quien se vuelve hacia Él, bebe a plenitud y exclama: “¡Alabado seas, oh Revelador de los signos de Dios!” ¡Por la rectitud del Todopoderoso! Cada cosa oculta ha sido manifestada por la fuerza de la verdad. Han sido enviados todos los favores de Dios, como muestra de Su gracia. Las aguas de la vida eterna, en su plenitud, han sido brindadas a las gentes. Cada copa ha sido ofrecida a todos por la mano del Bienamado. Acercaos, y no demoréis ni un breve instante.

Bienaventurados quienes se han remontado en alas del desprendimiento y han alcanzado la posición que, como lo ha ordenado Dios, ampara a la creación entera, a quienes no han logrado desviar de Su Causa ni las vanas imaginaciones de los doctos ni la multitud de las huestes de la tierra. ¿Hay alguien entre vosotros, oh pueblo, que renuncie al mundo y se acerque a Dios, el Señor de todos los nombres? ¿Dónde se encuentra quien, por la fuerza de Mi nombre que trasciende todo lo creado, ha de desechar lo que posee la gente, y aferrarse, con todo su poder, a lo que Dios, el Conocedor de lo visible e invisible, le ha ordenado observar? Es así como se ha hecho descender Su generosidad sobre todos, se ha cumplido Su testimonio, y ha resplandecido Su prueba sobre el Horizonte de la misericordia. Grande es el premio que ha de ganar aquel que ha creído y exclamado: “¡Loado eres, oh Amado de todos los mundos! ¡Magnificado sea Tu nombre, oh Deseo de todo corazón comprensivo!”.

Regocijaos con extrema alegría, oh pueblo de Bahá, cuando recordéis el Día de la felicidad suprema, en el cual ha hablado la Lengua del Anciano de Días, al partir de Su Casa para dirigirse al Sitio desde donde derramó sobre la creación entera los esplendores de Su nombre, el Todomisericordioso. Dios es Nuestro testigo. Si reveláramos los secretos ocultos de ese Día, se desvanecerían y morirían todos los que moran en los cielos y en la tierra, con excepción de aquellos que fuesen preservados por Dios, el Todopoderoso, el Omnisciente, el Sapientísimo.

Tal es el efecto embriagador de las palabras de Dios sobre Aquel que es el Revelador de Sus indudables pruebas, que Su Pluma ya no se desliza. Con estas palabras Él concluye Su Tabla: No hay otro Dios fuera de Mí, el Más Exaltado, el Más Poderoso, el Más Excelso, el Omnisciente.