Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
CLII
Tu ojo es Mi fideicomiso, no permitas que el polvo de los vanos deseos empañe su lustre. Tu oído es un signo de Mi munificencia, no dejes que el tumulto de motivos indecorosos lo aparte de Mi Palabra que envuelve a toda la creación. Tu corazón es Mi tesoro, no consientas que la traicionera mano del yo te despoje de las perlas que he atesorado dentro de él. Tu mano es un símbolo de Mi bondad, no le impidas asirse firmemente a Mis resguardadas y ocultas Tablas... Sin que Me lo pidieras, he derramado sobre ti Mi gracia. Sin que Me lo demandaras, he cumplido tu deseo. A pesar de tu desmerecimiento, te he escogido para recibir Mis muy valiosos, Mis incalculables favores... ¡Oh Mis siervos! Sed tan resignados y sumisos como la tierra, para que en el suelo de vuestro ser florezcan los fragantes y santos jacintos multicolores de Mi conocimiento. Sed llameantes como el fuego, para que podáis consumir los velos de la negligencia y encendáis, mediante las vivificadoras energías del amor de Dios, el corazón arrecido e indiferente y rebelde. Sed ligeros y libres como la brisa, para que seáis admitidos en los aledaños de Mi corte, Mi inviolable Santuario.