Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

CLXI

Apresta tus esfuerzos, para que quizá puedas guiar a tu prójimo a la ley de Dios, el Más Misericordioso. Tal acto, ciertamente, supera todos los demás actos a la vista de Dios, Quien todo lo posee, el Altísimo. Tal debe ser tu constancia en la Causa de Dios, que ninguna cosa terrenal tenga la fuerza de disuadirte de tu deber. Aunque las fuerzas de la tierra se alíen contra ti, aunque todos disputen contigo, debes permanecer inconmovible.

Sé como el viento al llevar el Mensaje de Aquel que hizo romper el alba de la Guía Divina. Observa cómo el viento, fiel a lo que Dios ha ordenado, sopla por todas las regiones de la tierra, estén habitadas o desoladas. Ni el espectáculo de desolación, ni las muestras de la prosperidad pueden causarle dolor ni agradarle. Sopla en todas direcciones, como le ha sido ordenado por su Creador. Así debería ser quien pretenda ser amante del único Dios verdadero. Le incumbe fijar su mirada en los fundamentos de Su Fe y afanarse diligentemente por su propagación. Deberá proclamar, enteramente por amor a Dios, Su Mensaje, y con ese mismo espíritu, aceptar cualquier respuesta que sus palabras susciten en quien le escucha. Aquel que acepte y crea recibirá su recompensa; y aquel que se aparte no recibirá nada sino su propio castigo.

En la víspera de Nuestra partida de Iráq, hemos advertido a los fieles que esperen la aparición de los Pájaros de la Oscuridad. No puede haber duda alguna de que se elevará en ciertas tierras el graznido del Cuervo, como se ha oído en años recientes. Suceda lo que suceda, busca refugio en el único Dios verdadero, para que te escude de las astucias del impostor.

Ciertamente digo: En esta magna Revelación, todas las Dispensaciones del pasado han alcanzado su más elevada consumación final. Así te aconseja tu Señor, el Omnisciente, el Sapientísimo. La loanza a Dios, el Señor de todos los mundos.