Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

CLXIV

¡Miembros de la raza humana! Asíos firmemente a la Cuerda que nadie puede cortar. Esto, de veras, os aprovechará todos los días de vuestra vida, pues su resistencia es de Dios, el Señor de todos los mundos. Aferraos a la justicia y la equidad, y apartaos de los susurros de los necios, aquellos que se han alejado de Dios, que han cubierto sus cabezas con el ornamento de los doctos y han condenado a muerte a Aquel que es la Fuente de sabiduría. Mi nombre los ha elevado a tan altos grados y, sin embargo, tan pronto como Me hube revelado a sus ojos, ellos, con manifiesta injusticia, pronunciaron sentencia de muerte contra Mí. Así Nuestra Pluma ha revelado la verdad y, sin embargo, el pueblo está sumido en la negligencia.

Quienquiera que se aferre a la justicia no puede, en ninguna circunstancia, traspasar los límites de la moderación. Discierne la verdad en todas las cosas, por la guía de Aquel que todo lo ve. La civilización, tan a menudo preconizada por los doctos representantes de las artes y ciencias, traerá, si se le permite rebasar los límites de la moderación, gran daño sobre las gentes. Así os advierte Aquel que es el Omnisciente. Si es llevada a exceso, la civilización resultará ser una fuente tan prolífica de mal como lo fue de bien cuando era mantenida dentro de las restricciones de la moderación. Meditad sobre esto, oh pueblo, y no seáis de aquellos que vagan errantes por el páramo del error. Se aproxima el día en que su llama devorará las ciudades, en que la Lengua de Grandeza proclamará: “¡El Reino es de Dios, el Todopoderoso, el Alabado!”

Todo lo demás está sujeto a este mismo principio de moderación. Da gracias a tu Señor, Quien te ha recordado en esta maravillosa Tabla. Toda alabanza sea para Dios, el Señor del glorioso trono.

Todo aquel que medite en su corazón sobre lo que ha revelado la Pluma del Altísimo y saboree su dulzura, ciertamente se hallará vacío y liberado de sus propios deseos, y enteramente sumiso a la Voluntad del Todopoderoso. Dichoso aquel que ha alcanzado tan elevada posición y no se ha privado de tan munífica gracia.

En este Día, no podemos ni aprobar la conducta del temeroso que trata de disimular su fe ni ratificar el comportamiento del creyente declarado que clamorosamente anuncia su lealtad a esta Causa. Ambos deberían observar los dictados de la prudencia y luchar diligentemente por obrar en los mejores intereses de la Fe.

Que cada uno observe y medite sobre la conducta de este Agraviado. Siempre, desde el alba de esta Revelación hasta el tiempo presente, hemos rehusado ocultarnos de Nuestros enemigos, así como apartarnos de la compañía de Nuestros amigos. Aunque envueltos en una miríada de dolores y aflicciones, con enorme confianza hemos invitado a los pueblos de la tierra hacia la Aurora de la Gloria. La Pluma del Altísimo no está dispuesta a relatar, en cuanto a esto, los males que ha sufrido. Si se revelaran, sin duda sumirían en el dolor a los predilectos de entre los fieles, aquellos que verdaderamente defienden la unidad de Dios y están totalmente consagrados a Su Causa. Él, ciertamente, habla la verdad y es Quien todo lo oye, el Omnisapiente. Nuestra vida, en su mayor parte, ha transcurrido en medio de Nuestros enemigos. Mira cómo, en el presente, estamos viviendo en un nido de serpientes.

Esta Tierra Santa ha sido mencionada y ensalzada en todas las sagradas Escrituras. En ella han aparecido los Profetas de Dios y Sus Elegidos. Éste es el desierto por el que han vagado todos los Mensajeros de Dios, desde el cual sonó su grito: “Aquí estoy, aquí estoy, oh mi Dios”. Ésta es la Tierra prometida donde estaba destinado a ser manifestado Aquel que es la Revelación de Dios. Éste es el Valle del inescrutable decreto de Dios, el Lugar de nívea blancura, la Tierra de esplendor inmarcesible. Todo lo que ha sucedido en este Día ha sido predicho en las Escrituras de antaño. Sin embargo, estas mismas Escrituras condenan unánimemente al pueblo que habita esta tierra. En una época, han sido tildados como la “generación de víboras”. Ved cómo este Agraviado, ahora, en tanto que está rodeado de una “generación de víboras”, llama y convoca a todos a la presencia de Aquel que es el Deseo Último del mundo, la Cima y Aurora de Gloria. Dichoso aquel que haya escuchado la voz de Aquel que es el Señor del Reino de la Expresión, y ¡ay de los negligentes, aquellos que se han desviado lejos de Su verdad!