Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

CLXV

Has de saber que todo oído atento, si se mantiene puro e impoluto, debe, en todo momento y desde todas direcciones, escuchar la voz que pronuncia estas santas palabras: “Ciertamente, somos de Dios, y a Él volveremos”. Los misterios de la muerte física del hombre y de su retorno no han sido divulgados, y aún permanecen sin ser leídos. ¡Por la rectitud de Dios! Si fuesen revelados, evocarían tal miedo y tristeza que algunos perecerían, mientras que otros se llenarían tanto de alegría que ansiarían la muerte e implorarían, con anhelo incesante, al único Dios verdadero -- ensalzada sea Su gloria -- que apresurase su fin.

La muerte ofrece a todo creyente seguro la copa que es, en verdad, la vida. Confiere regocijo y es portadora de alegría. Concede el don de la vida eterna.

En cuanto a aquellos que han saboreado el fruto de la existencia terrenal del ser humano, que es el reconocimiento del único Dios verdadero, exaltada sea Su gloria, su vida venidera es tal que somos incapaces de describir. El conocimiento de ella es únicamente de Dios, el Señor de todos los mundos.