Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
XXX
Dios atestigua que no hay Dios sino Él, el Benévolo, el Más Amado. Toda gracia y munificencia son Suyas. A quien Él quiere da lo que es Su deseo. Él es verdaderamente el Omnipotente, el Todopoderoso, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo. Nos, en verdad, creemos en Aquel que, en la persona del Báb, ha sido enviado por la Voluntad del único Dios verdadero, el Rey de Reyes, el Alabado. Además, juramos lealtad a Aquel que está destinado a manifestarse en la época del Mustagháth, como asimismo a Quienes vendrán después de Él hasta el fin que no tiene fin. En la manifestación de cada uno de ellos, ya sea exterior o interiormente, no reconocemos la manifestación de nadie salvo Dios mismo, si sois de aquellos que comprenden. Cada uno de ellos es un espejo de Dios, que no refleja nada salvo Su Ser, Su Belleza, Su Potestad y Gloria, si quisierais entender. Todos los demás deben ser considerados como espejos capaces de reflejar la gloria de estas Manifestaciones, que son en sí los Espejos Primordiales del Ser Divino, si no carecéis de entendimiento. Nadie ha podido jamás escapar de ellos, ni se les puede impedir lograr su propósito. Estos Espejos se sucederán eternamente uno a otro, y continuarán reflejando la luz del Anciano de Días. Los que reflejan la gloria de éstos seguirán, asimismo, existiendo para siempre, puesto que nunca dejará de fluir la Gracia de Dios. Ésta es una verdad que nadie puede refutar.