Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
XXXI
Contempla con tu vista interior la cadena de Revelaciones sucesivas que ha unido la Manifestación de Adán con la del Báb. Atestiguo ante Dios que cada una de esas Manifestaciones ha sido enviada por la acción de la Voluntad y Propósito divinos, que cada una ha sido portadora de un Mensaje determinado, que a cada una se le ha confiado un Libro divinamente revelado y cada una ha sido comisionada para descifrar los misterios de una poderosa Tabla. La medida de la Revelación con la cual ha sido identificada cada una de ellas había sido definitivamente preordinada. Esto es, en verdad, una muestra de Nuestro favor para con ellos; ojalá fuerais de aquellos que comprenden esta verdad... Y cuando este proceso de Revelación progresiva culminó en la etapa en que debía ser descubierto a los ojos de las gentes, Su incomparable, Su muy sagrado y exaltado Semblante, Él prefirió ocultar Su propio Ser detrás de mil velos, para que ojos profanos y mortales no fueran a descubrir Su gloria. Hizo esto cuando se vertían sobre Él los signos y muestras de una Revelación divinamente designada, signos y muestras que nadie puede contar salvo el Señor tu Dios, Señor de todos los mundos. Y cuando se hubo cumplido el tiempo fijado para la ocultación, mientras aún permanecía envuelto en una miríada de velos, enviamos un destello infinitesimal de la refulgente Gloria que envuelve la Faz del Joven, y he aquí que fueron sobrecogidos por una violenta conmoción todos los moradores de los Reinos de lo alto, y los predilectos de Dios se postraron en adoración ante Él. En verdad, Él ha manifestado una gloria tal que nadie en toda la creación ha presenciado, por cuanto Él Se ha dispuesto a proclamar Su Causa en persona a todos los que están en los cielos y a todos los que están en la tierra.