Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
XXXV
Reflexiona un momento. ¿Qué es lo que en toda Dispensación incitó a los pueblos de la tierra a rechazar a la Manifestación del Todomisericordioso? ¿Qué pudo haberlos impulsado a alejarse de Él y desafiar Su autoridad? Si las gentes meditasen sobre estas palabras que han brotado de la Pluma del Divino Ordenador, se apresurarían, todos y cada uno, a abrazar la verdad de esta perdurable Revelación dada por Dios, y atestiguarían lo que Él mismo ha afirmado solemnemente. El velo de las vanas imaginaciones es lo que, en los días de las Manifestaciones de la Unidad de Dios y las Auroras de Su eterna gloria, se ha interpuesto y continuará interponiéndose entre ellos y el resto de la humanidad. Pues en esos días Aquel que es la Verdad Eterna Se manifiesta en conformidad con lo que Él mismo ha determinado y no de acuerdo con los deseos y expectativas de los mortales. Así, Él ha revelado: “Siempre que viene a vosotros un Apóstol con lo que no desean vuestras almas os ensoberbecéis, y a unos los tratáis de impostores y a otros los matáis”.
No puede haber duda alguna de que, si en edades y ciclos pasados hubieran aparecido estos Apóstoles de acuerdo con las vanas imaginaciones que habían ideado los corazones humanos, nadie habría rechazado la verdad de estos Seres santificados. A pesar de que esas personas han estado recordando, día y noche, al único Dios verdadero y han estado piadosamente ocupados en el ejercicio de sus oraciones, con todo, al final no reconocieron a las Auroras de los signos de Dios, ni a las Manifestaciones de Sus irrefutables pruebas, ni participaron de Sus favores. De esto dan testimonio las Escrituras. Sin duda, has tenido conocimiento de ello.
Considera la Dispensación de Jesucristo. Mira cómo todos los doctos de aquella generación, aunque esperaban ansiosamente la venida del Prometido, con todo, Le negaron. Tanto Anás, el más erudito entre los teólogos de Su día, como Caifás, el sumo sacerdote, Le denunciaron y pronunciaron sentencia de muerte contra Él.
De igual manera, cuando apareció Muḥammad, el Profeta de Dios -- que todos sean sacrificados por Él -- los doctos de La Meca y Medina se alzaron contra Él, en los primeros días de Su Revelación, y rechazaron Su Mensaje, en tanto que quienes carecían de todo saber reconocieron y abrazaron Su Fe. Reflexiona un momento. Piensa en cómo Balál, el etíope, a pesar de ser iletrado, ascendió al cielo de la fe y certeza, mientras que ‘Abdu’lláh Ubayy, un caudillo entre los doctos, se empeñó malévolamente en oponérsele. He aquí que un simple pastor fue tan arrobado por el éxtasis de las palabras de Dios que fue admitido en la morada de su Bienamado y fue unido a Aquel que es el Señor de la Humanidad, mientras que aquellos que se enorgullecían de su conocimiento y sabiduría se desviaron de Su camino y permanecieron privados de Su gracia. Por esta razón Él ha escrito: “El que es enaltecido entre vosotros será humillado y el humillado será enaltecido”. Pueden encontrarse referencias a este tema en la mayoría de los Libros celestiales, así como en los dichos de los Profetas y Mensajeros de Dios.
En verdad os digo que tal es la grandeza de esta Causa, que el padre huye de su hijo y el hijo huye de su padre. Recordad la historia de Noé y Canaán. Quiera Dios que, en estos días de delicia celestial, no os privéis de las suaves fragancias de Dios Todoglorioso, y participéis, en esta Primavera espiritual, de las efusiones de Su gracia. Levantaos en el nombre de Aquel que es el Objeto de todo conocimiento y, con absoluto desprendimiento del saber humano, alzad la voz para proclamar Su Causa. ¡Juro por el Sol de la Revelación Divina! En el momento mismo en que os levantéis, presenciaréis cómo brota de vuestros corazones un torrente de conocimiento divino, y veréis ante vosotros las maravillas de Su sabiduría celestial manifiestas en toda su gloria. Si probarais la dulzura de las palabras del Todomisericordioso, sin vacilar renunciaríais a vosotros mismos y ofrendaríais vuestras vidas por el Bienamado.
¿Quién podría jamás creer que este Siervo de Dios hubiese acariciado en Su corazón deseo alguno de honor o beneficio terrenales? La Causa asociada con Su Nombre está muy por encima de las cosas transitorias de este mundo. Hele aquí en ésta, la Más Grande Prisión, exiliado, víctima de la tiranía. Sus enemigos Le han atacado por todos lados y continuarán haciéndolo hasta el fin de Su vida. Por tanto, todo lo que Él os diga será sólo por amor de Dios, para que quizá los pueblos de la tierra limpien de sus corazones la mancha de los malos deseos, desgarren su velo y logren conocer al único Dios verdadero: la más excelsa posición a que persona alguna puede aspirar. Ni su aceptación ni su rechazo de Mi Causa podrán beneficiarme ni hacerme daño. Los exhortamos enteramente por Dios. Él, en verdad, puede permitirse prescindir de toda criatura.