Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

XXXIX

Alabado seas, oh Señor Mi Dios, por las maravillosas Revelaciones de Tu inescrutable decreto y las múltiples tribulaciones y pruebas que has destinado para Mí. En cierto tiempo Me entregaste en manos de Nimrod; en otra época permitiste que Me persiguiera la vara del Faraón. Sólo Tú, mediante Tu conocimiento que todo lo abarca y la acción de Tu Voluntad, puedes calcular las innumerables aflicciones que he sufrido a manos de ellos. Otra vez, Me encerraste en el calabozo de los descreídos, sólo porque Me sentí impulsado a susurrar a los oídos de los agraciados moradores de Tu Reino un indicio de la visión con que Tú, mediante Tu conocimiento, Me habías inspirado y cuyo significado Me habías revelado mediante la fuerza de Tu poder. Además, decretaste que la espada del infiel Me cercenara la cabeza. Otra vez fui crucificado por haber descubierto ante los ojos de los pueblos las joyas ocultas de Tu gloriosa unidad, por haberles revelado los maravillosos signos de Tu soberano y eterno poder. ¡Cuán amargas las humillaciones que se acumularon sobre Mí, en una época posterior, en la llanura de Karbilá! ¡Cuán solitario Me sentí en medio de Tu pueblo! ¡A qué estado de desamparo fui reducido en aquella tierra! Insatisfechos con tales indignidades, Mis perseguidores Me decapitaron y, llevando en alto Mi cabeza de país en país, la pasearon ante la vista de la multitud incrédula y la depositaron en las sedes de los perversos e infieles. En una época posterior, fui suspendido y Mi pecho se convirtió en blanco de los dardos de la malévola crueldad de Mis enemigos. Mis miembros fueron acribillados con proyectiles y Mi cuerpo, despedazado. Finalmente, mira cómo en este Día, Mis traicioneros enemigos se han aliado contra Mí y conspiran continuamente para inculcar el veneno del odio y la malevolencia en las almas de Tus siervos. Traman con todo su poder para llevar a cabo su objetivo... A pesar de lo penosa que es Mi condición, oh Dios, Mi Bienamado, Te doy gracias, y Mi Espíritu está agradecido por todo lo que Me ha acontecido en el camino de Tu complacencia. Estoy contento con todo lo que Tú has ordenado para Mí y recibo con beneplácito las penas y sufrimientos que tengo que padecer, por calamitosos que sean.