Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
XLI
¡Dios es Mi testigo, oh pueblo! Dormía en Mi lecho cuando, he aquí que la Brisa de Dios, acariciándome, Me despertó de Mi sueño. Su Espíritu vivificador Me hizo revivir, y se desató Mi lengua para proclamar Su Llamamiento. No Me acuséis de haber transgredido contra Dios. No Me miréis con vuestros ojos sino con los Míos. Así os amonesta Aquel que es el Bondadoso, el Omnisciente. Oh pueblo, ¿pensáis que tengo en Mis manos el dominio de la última Voluntad y Propósito de Dios? Lejos de Mí está pretender eso. Lo atestiguo ante Dios, el Todopoderoso, el Excelso, el Omnisciente, el Sapientísimo. Si el destino final de la Fe de Dios hubiera estado en Mis manos, nunca habría consentido, ni por un momento, en manifestarme a vosotros, ni hubiera permitido que una sola palabra brotase de Mis labios. De ello Dios mismo es ciertamente testigo.