Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

XLIV

No dejéis de lado el temor a Dios, oh doctos del mundo, y juzgad con ecuanimidad la Causa de este Iletrado, de Quien han dado testimonio todos los Libros de Dios, el Protector, Quien subsiste por Sí mismo... ¿No os despertará el miedo al divino desagrado, el temor a Aquel que no tiene par ni igual? Aquel a Quien el mundo ha agraviado en ningún momento se ha asociado con vosotros, nunca ha estudiado vuestros escritos ni ha participado en ninguna de vuestras controversias. El atuendo que lleva, las guedejas de Su cabello y Su tocado atestiguan la verdad de Sus palabras. ¿Hasta cuándo persistiréis en vuestra injusticia? Mirad la habitación en que han obligado a morar a Aquel que es la encarnación de la justicia. Abrid los ojos y, al ver Su grave situación, meditad diligentemente sobre lo que han hecho vuestras manos, para que quizá no seáis privados de la luz de Su divina expresión, ni quedéis sin vuestra parte del océano de Su conocimiento.

Algunos, tanto plebeyos como nobles, han objetado que este Agraviado no es miembro del orden eclesiástico ni descendiente del Profeta. Di: ¡Oh vosotros que pretendéis ser justos! Reflexionad un momento y reconoceréis cuán infinitamente excelsa es Su posición actual con respecto a la condición que afirmáis que Él debería tener. La Voluntad del Todopoderoso ha decretado que de una casa completamente libre de todo cuanto poseen comúnmente los teólogos, doctores, sabios y letrados surja y se manifieste Su Causa.

El Hálito del Espíritu divino Le despertó y Le pidió que Se levantara y proclamara Su Revelación. Tan pronto como fue despertado de Su sueño, alzó la voz y llamó a toda la humanidad hacia Dios, el Señor de todos los mundos. Hemos sido movidos a revelar estas palabras en vista de la debilidad y fragilidad de las gentes; de lo contrario, la Causa que hemos proclamado es tal que ninguna pluma podrá jamás describirla, ni mente alguna concebir su grandeza. Esto lo atestigua Aquel con Quien está el Libro Madre.