Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
LII
Di: ¡Oh pueblo! No os privéis de la gracia de Dios y de Su misericordia. Quien se prive de ellas incurre en grave pérdida ¡Cómo, oh pueblo! ¿Adoráis el polvo y os alejáis de vuestro Señor, el Magnánimo, el Todogeneroso? Temed a Dios y no seáis de los que perecen. Di: El Libro de Dios ha sido enviado en la forma de este Joven. Por tanto, ¡santificado sea Dios, el más excelente de los hacedores! Prestad atención, oh pueblos del mundo, no sea que huyáis de Su faz. Es más, apresuraos en alcanzar Su presencia y sed de aquellos que han vuelto a Él. Orad para que seáis perdonados, oh pueblo, por no haber cumplido vuestro deber para con Dios y por haber transgredido Su Causa, y no seáis de los necios. Él es Quien os ha creado; Él es Quien ha alimentado vuestras almas mediante Su Causa y os ha permitido reconocer a Aquel que es el Todopoderoso, el Más Exaltado, el Omnisciente. Él es Quien ha descubierto a vuestros ojos los tesoros de Su conocimiento y os ha hecho ascender al cielo de la certeza de Su irresistible, Su irrefutable y muy exaltada Fe. Cuidado, no os privéis de la gracia de Dios, y no hagáis que vuestras obras resulten vanas; y no os neguéis a reconocer la verdad de esta muy manifiesta, majestuosa, resplandeciente y gloriosa Revelación. Juzgad imparcialmente la Causa de Dios, vuestro Creador; ved lo que ha sido enviado desde el Trono de lo alto y meditad sobre ello con corazones inocentes y santificados. Entonces la verdad de esta Causa se os hará tan evidente como el sol en su gloria meridiana. Entonces seréis de aquellos que han creído en Él.
Di: El primer y más importante testimonio que establece Su verdad es Su propio Ser. A continuación de ese testimonio está Su Revelación. Para quien no reconozca ni lo uno ni lo otro, Él ha establecido las palabras que ha revelado como prueba de Su realidad y verdad. Ésta es, ciertamente, una demostración de Su tierna misericordia para con la humanidad. Él ha dotado a toda alma con la capacidad de reconocer los signos de Dios. De otra manera, ¿cómo habría podido cumplir Su testimonio para con los seres humanos? Ojalá fuerais de los que reflexionan sobre Su Causa en sus corazones. Él nunca procederá injustamente con nadie, ni tampoco asignará a alma alguna una tarea superior a sus capacidades. Él es ciertamente el Compasivo, el Todomisericordioso.
Di: Es tan grande la gloria de la Causa de Dios, que aun los ciegos pueden percibirla, cuánto más aquellos que poseen vista perspicaz y visión pura. Los ciegos, a pesar de no ser capaces de percibir la luz del sol, con todo, pueden sentir su continuo calor. No obstante, los ciegos de corazón de entre el pueblo del Bayán – y de esto Dios es Mi testigo – son incapaces, por mucho que el Sol brille sobre ellos, de percibir el resplandor de su gloria o apreciar el calor de sus rayos.
Di: ¡Oh pueblo del Bayán! De entre todo el mundo os hemos escogido para conocer y reconocer Nuestro Ser. Os hemos hecho acercaros al lado derecho del Paraíso, Lugar desde el cual el Fuego inmortal proclama en múltiples tonos: “¡No hay otro Dios sino Yo, el Omnipotente, el Altísimo!”. Cuidado: no os permitáis estar separados como por un velo de este Sol que brilla sobre la Aurora de la Voluntad de vuestro Señor, el Todomisericordioso, y cuya luz ha envuelto a pequeños y grandes. Purificad vuestra vista para que percibáis su gloria con vuestros propios ojos, y no dependáis de la vista de otro que no sea vosotros mismos, pues Dios jamás ha puesto sobre un alma una carga mayor de la que puede soportar. Así ha sido anunciado a los Profetas y Mensajeros de antaño y se ha consignado en todas las Escrituras.
Esforzaos, oh pueblo, por conseguir entrar en esta vasta Inmensidad que, por orden de Dios, no tiene ni principio ni fin, en la cual se ha hecho oír Su voz y sobre la cual se han esparcido los fragantes aromas de la santidad y gloria. No os despojéis del Manto de la grandeza, ni permitáis que vuestros corazones se priven del recuerdo de vuestro Señor, ni vuestros oídos, de escuchar las dulces melodías de Su maravillosa, Su sublime, Su imponente, Su clara y muy elocuente voz.