Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

LV

Recuerda, oh Tierra de Ṭá (Teherán), los días pasados en que tu Señor te había hecho la sede de Su trono y te había envuelto con la refulgencia de Su gloria. ¡Cuán vasto el número de aquellos seres santificados, aquellos símbolos de certidumbre, que en su gran amor a ti han entregado sus vidas y sacrificado todo por ti! La alegría sea contigo y la felicidad con aquellos que en ti moran. Testifico que, como lo sabe todo corazón perspicaz, de ti procede el hálito viviente de Quien es el Deseo del mundo. En ti ha sido revelado el Invisible y de ti ha salido aquello que estaba oculto a los ojos de todos. ¿A quién recordaremos entre la multitud de tus sinceros amantes, cuya sangre ha sido vertida dentro de tus muros y cuyo polvo está ahora oculto bajo tu suelo? Los fragantes aromas de Dios se han esparcido incesantemente y continuarán esparciéndose eternamente sobre ti. Nuestra Pluma se siente impulsada a conmemorarte y ensalzar a las víctimas de la tiranía, aquellos hombres y mujeres que yacen bajo tu polvo.

Entre ellos está Nuestra propia hermana, a quien ahora recordamos como una señal de Nuestra fidelidad y como una prueba de Nuestra bondad hacia ella. ¡Cuán penosa era su condición! ¡Con qué resignación regresó a su Dios! Sólo Nos lo hemos sabido, en Nuestro conocimiento omnímodo.

¡Oh Tierra de Ṭá! Por la gracia de Dios todavía eres un centro alrededor del cual se han reunido Sus bienamados. ¡Felices ellos; feliz cada refugiado que busca tu amparo en sus padecimientos, en el sendero de Dios, el Señor de este maravilloso Día! Bienaventurados los que recuerdan al único Dios verdadero, que magnifican Su nombre y procuran diligentemente servir a Su Causa. Es a ellos que se hace referencia en los Libros sagrados de antaño. A ellos el Comandante de los Fieles les ha prodigado sus alabanzas diciendo: “La bienaventuranza que les espera supera la bienaventuranza que ahora gozamos”. Él, ciertamente, ha dicho la verdad y de ello damos ahora testimonio. Sin embargo, no ha sido revelada aún la gloria de su posición. La Mano del poder divino de seguro levantará el velo y expondrá a la vista de todos aquello que alegrará y alumbrará los ojos del mundo.

Agradecedle a Dios, la Verdad Eterna, exaltada sea Su Gloria, por cuanto habéis logrado tan maravilloso favor, y habéis sido adornados con el ornamento de Su alabanza. Apreciad el valor de estos días, y asíos a todo lo que sea digno de esta Revelación. Él, ciertamente, es el Consejero, el Compasivo, el Omnisciente.