Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

LXIV

Es Nuestro deseo recordar la Morada de la dicha suprema (Teherán), la santa y resplandeciente ciudad, ciudad en que se derramó la fragancia del Bienamado, donde se difundieron Sus signos, donde se revelaron las evidencias de Su gloria, donde se enarbolaron Sus estandartes, donde se armó Su tabernáculo, donde fue proclamado cada uno de Sus sabios decretos.

Es la ciudad en que han sido exhalados los fragantes aromas de la reunión, los cuales han hecho que los sinceros amantes de Dios se acerquen a Él y logren entrar en la Habitación de la santidad y belleza. Feliz el caminante que dirige sus pasos hacia esta ciudad, que consigue entrar en ella, que bebe el vino de la reunión mediante la gracia que fluye de su Señor, el Magnánimo, el Alabado.

He venido a ti, oh tierra del deseo del corazón, con nuevas de Dios, para anunciarte Su bondadoso favor y misericordia, y para saludarte y ensalzarte en Su nombre. Él es, en verdad, inmensamente generoso y bondadoso. Bienaventurado el que torna su rostro hacia ti y percibe de ti la fragancia de la Presencia de Dios, el Señor de todos los mundos. Que Su gloria sea contigo y la brillantez de Su luz te envuelva, por cuanto Dios ha hecho de ti un paraíso para Sus siervos y te ha proclamado como la tierra bendita y sagrada que Él mismo ha mencionado en los Libros que han revelado Sus Profetas y Mensajeros.

Mediante ti, oh tierra de gloria resplandeciente, se ha desplegado la enseña: “No hay otro Dios más que Él”, y se ha izado el estandarte: “Ciertamente, Yo soy la Verdad, el Conocedor de lo invisible”. Incumbe a cada uno que te visite gloriarse en ti y en quienes te habitan, que han brotado de Mi Árbol, que son sus hojas, que son los signos de Mi gloria, que Me siguen y son Mis amantes, y que, con la más fuerte determinación, han vuelto sus rostros en dirección a Mi gloriosa posición.