Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

LXIX

Recuerda el proceder de la madre de Ashraf, cuyo hijo ofrendó su vida en la Tierra de Zá (Zanján). Él, de cierto, ocupa el asiento de la verdad, en presencia de Aquel que es el Más Fuerte, el Todopoderoso.

Cuando los infieles, tan injustamente, decidieron darle muerte, mandaron a buscar a su madre, para que quizás ella le amonestara e indujera a retractarse de su fe y seguir los pasos de quienes han repudiado la verdad de Dios, el Señor de todos los mundos.

Tan pronto como vio el rostro de su hijo, le habló con palabras tales que hicieron que clamaran y se afligieran con gran dolor los corazones de los amantes de Dios, y además de ellos los del Concurso de lo alto. Verdaderamente, tu Señor sabe lo que Mi lengua pronuncia. Él mismo da testimonio de Mis palabras.

Y, cuando se dirigía a él, le dijo: “¡Hijo, hijo mío! No dejes de ofrendarte como sacrificio en el camino de tu Señor. Cuidado: no vayas a traicionar tu fe en Aquel ante Cuyo rostro se han inclinado en adoración todos los que están en los cielos y todos los que están en la tierra. Sigue adelante, hijo mío, y persevera en el camino del Señor, tu Dios. Apresúrate a alcanzar la presencia de Aquel que es el Bienamado de todos los mundos”.

Para ella sean Mis bendiciones, y Mi misericordia, y Mi alabanza y Mi gloria. Yo mismo repararé la pérdida de su hijo, un hijo que ahora habita dentro del tabernáculo de Mi majestad y gloria, y cuyo rostro brilla con una luz que envuelve con su resplandor a las Doncellas del Cielo que habitan en sus aposentos celestiales, y además, a los moradores de Mi Paraíso y a los habitantes de las Ciudades de la Santidad. Si alguien contemplara su rostro exclamaría: “Mirad, éste no es sino un ángel noble”.