Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

VII

En verdad digo: Éste es el Día en que la humanidad puede contemplar el Rostro del Prometido y oír Su Voz. Se ha proclamado el Llamamiento de Dios y se ha alzado la Luz de Su semblante sobre los hombres. Les incumbe a todos borrar de la tabla de su corazón la huella de toda palabra vana, y contemplar con mente abierta e imparcial los signos de Su Revelación, las pruebas de Su Misión y las muestras de Su gloria.

¡Grande, en verdad, es este Día! Las alusiones que se hacen a él en todas las sagradas Escrituras como el Día de Dios dan testimonio de su grandeza. El alma de todo Profeta de Dios, de todo Mensajero divino ha añorado este maravilloso Día. Asimismo, todos los diversos linajes de la tierra han ansiado llegar a él. Sin embargo, en cuanto se manifestó el Sol de Su Revelación en el cielo de la Voluntad de Dios, todos se quedaron estupefactos y desatentos, excepto aquellos a quienes el Todopoderoso quiso guiar.

¡Oh tú que Me has recordado! El más espeso velo ha ocultado Su gloria a los pueblos de la tierra, y ha impedido que escuchen Su llamada. Dios quiera que la luz de la unidad envuelva a toda la tierra, y que el sello “El Reino es de Dios” sea estampado en la frente de todos sus pueblos.