Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
LXXI
Oh pueblos del mundo, no os consternéis cuando el sol de Mi belleza se haya puesto y el cielo de Mi tabernáculo esté oculto a vuestros ojos. Disponeos a promover Mi Causa y a exaltar Mi Palabra entre los hombres. Estamos con vosotros en todo momento y os fortaleceremos con el poder de la verdad. Somos, en verdad, todopoderoso. Quien Me haya reconocido se levantará para servirme con tal determinación que los poderes de la tierra y el cielo serán incapaces de frustrar su propósito.
Los pueblos del mundo están profundamente dormidos. Si despertasen de su sueño, con ansia irían presurosos hacia Dios, el Omnisciente, el Sapientísimo. Desecharían cuanto poseen, así fueran todos los tesoros de la tierra, para que su Señor los recordase siquiera para dirigirles una sola palabra. Tal es la instrucción que os ha sido dada por Quien tiene el conocimiento de cosas ocultas en una Tabla que el ojo de la creación no ha visto y que a nadie ha sido revelada salvo a Su propio Ser, el Protector omnipotente de todos los mundos. Tan aturdidos están en la embriaguez de sus deseos perversos, que son incapaces de reconocer al Señor de toda la existencia, Cuya voz proclama desde todas las direcciones: “No hay otro Dios sino Yo, el Fuerte, el Omnisapiente”.
Di: No os regocijéis con las cosas que poseéis; esta noche son vuestras, mañana otros las poseerán. Así os advierte Quien es el Omnisciente, el Informado de todo. Di: ¿Podéis aseverar que lo que tenéis es duradero o seguro? ¡No! Por Mi propio Ser, el Todomisericordioso. Los días de vuestra vida se escapan como un soplo de viento, y toda vuestra pompa y gloria serán replegadas como lo fueron la pompa y gloria de quienes partieron antes que vosotros. Reflexionad, oh pueblo: ¿Qué ha sido de vuestros días pasados, vuestros siglos perdidos? Felices los días consagrados al recuerdo de Dios y benditas las horas dedicadas a alabar a Quien es el Omnisapiente. ¡Por Mi vida! No perdurará ni la pompa de los poderosos, ni la opulencia de los ricos, ni aun el ascendiente de los impíos. Todo perecerá por una palabra Suya. Él es, en verdad, el Omnipotente, el Imponente, el Todopoderoso. ¿Qué provecho hay en las cosas terrenales que poseen los hombres? Aquello que ha de aprovecharles lo han desatendido completamente. Dentro de poco, despertarán de su sueño y encontrarán que no pueden conseguir lo que se les escapó en los días de su Señor, el Todopoderoso, el Alabado. Si lo supieran, renunciarían a todo lo que tienen con tal de que sus nombres fuesen mencionados ante Su trono. Ciertamente, se cuentan entre los muertos.