Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
LXXIII
Es claro y evidente que cuando se hayan rasgado los velos que ocultan las realidades de las manifestaciones de los Nombres y Atributos de Dios, es más, de todas las cosas creadas visibles o invisibles, nada quedará sino el Signo de Dios, un signo que Él mismo ha puesto dentro de estas realidades. Este signo perdurará tanto tiempo como sea el deseo del Señor, tu Dios, Señor de los cielos y de la tierra. Si tales son las bendiciones conferidas a todas las cosas creadas, cuán superior debe ser el destino del verdadero creyente, cuya existencia y vida deben ser vistas como el propósito primordial de toda la creación. Así como la concepción de la fe ha existido desde el principio que no tiene principio, y perdurará hasta el fin que no tiene fin, similarmente el verdadero creyente vivirá y perdurará eternamente. Su espíritu girará por siempre en torno de la Voluntad de Dios. Él durará tanto tiempo como dure Dios mismo. Él es manifestado por la Revelación de Dios, y ocultado por Su mandato. Es evidente que las más excelsas mansiones del Dominio de la Inmortalidad han sido destinadas como morada de aquellos que verdaderamente han creído en Dios y en Sus signos. La muerte jamás podrá invadir aquella sagrada sede. Así te hemos confiado los signos de tu Señor, para que perseveres en tu amor a Él, y seas de aquellos que comprenden esta verdad.