Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
LXXIV
Toda palabra que emana de la boca de Dios está dotada de tal potencia que puede infundir nueva vida en todo cuerpo humano, ojalá fuerais de aquellos que comprenden esta verdad. Todas las maravillosas obras que contempláis en este mundo han sido manifestadas mediante la acción de Su suprema y exaltadísima Voluntad, Su maravilloso e inflexible Propósito. Con la mera revelación de la palabra “Artífice”, pronunciada por Sus labios y que proclama Su atributo a la humanidad, es liberada tal potencia que puede engendrar, a lo largo de edades sucesivas, todas las múltiples artes que las manos del hombre pueden producir. Ésta es, verdaderamente, una verdad cierta. En cuanto es pronunciada esta resplandeciente palabra, sus energías animadoras, agitándose dentro de todas las cosas creadas, dan nacimiento a los medios e instrumentos con los cuales pueden ser producidas y perfeccionadas esas artes. Todas las maravillosas realizaciones que ahora presenciáis son consecuencia directa de la Revelación de este Nombre. En días venideros, veréis ciertamente cosas de las cuales jamás habéis oído hablar. Así ha sido decretado en las Tablas de Dios, y nadie puede comprenderlo salvo aquellos cuya vista es aguda. Igualmente, en el instante en que emane de Mi boca la palabra que expresa Mi atributo “El Omnisciente”, toda cosa creada, de acuerdo con su capacidad y limitaciones, será investida con la fuerza para exponer el conocimiento de las más maravillosas ciencias y será facultada para manifestarlas con el transcurso del tiempo por el mandato de Aquel que es el Todopoderoso, el Omnisciente. Has de saber con certeza que la Revelación de todos los demás Nombres viene acompañada de una similar manifestación de fuerza divina. Cada letra que procede de la boca de Dios es verdaderamente una letra madre, y cada palabra pronunciada por Aquel que es la Fuente de la Revelación Divina es una palabra madre, y Su Tabla, una Tabla Madre. Dichosos son quienes comprenden esta verdad.