Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

LXXXII

Me has preguntado acerca de la naturaleza del alma. Has de saber que, en verdad, el alma es un signo de Dios, una joya celestial cuya realidad los más doctos no han comprendido, y cuyo misterio ninguna mente, por aguda que sea, jamás tendrá esperanza de desentrañar. Es, entre todas las cosas creadas, la primera en declarar la excelencia de su Creador, la primera en reconocer Su gloria, en aferrarse a Su verdad, e inclinarse en adoración ante Él. Si es fiel a Dios, reflejará Su luz y finalmente regresará a Él. Si, por el contrario, no es leal a su Creador, se convertirá en una víctima del yo y de la pasión y, por último, se hundirá en sus profundidades.

Quien haya rehusado permitir, en este Día, que las dudas y fantasías de la gente le aparten de Aquel que es la Verdad Eterna, y no haya dejado que el tumulto provocado por las autoridades seglares y eclesiásticas le impidan reconocer Su Mensaje, será considerado por Dios, el Señor de toda la humanidad, como uno de Sus poderosos signos y será contado entre aquellos cuyos nombres han sido inscritos por la Pluma del Altísimo en Su Libro. Bienaventurado aquel que ha reconocido la verdadera categoría de esa alma, ha admitido su posición y ha descubierto sus virtudes.

En los libros de antaño mucho se ha escrito sobre las diversas etapas del desarrollo del alma, tales como concupiscencia, irascibilidad, inspiración, benevolencia, contento, divina complacencia y otros; sin embargo, la Pluma del Altísimo no está dispuesta a tratar sobre ellos. En este Día toda alma que camine humildemente con su Dios y se aferre a Él alcanzará el honor y la gloria de todas las virtudes y estaciones.

Cuando una persona está dormida, de ningún modo puede decirse que su alma haya sido afectada inherentemente por algún objeto externo. No es susceptible de ningún cambio en su estado o carácter originales. Cualquier variación en sus funciones se debe a causas externas. Es a estas influencias externas que deben ser atribuidas cualesquiera variaciones que afecten a su ambiente, entendimiento y percepción.

Considera el ojo humano. Aunque tiene la facultad de percibir todas las cosas creadas, con todo, el más pequeño impedimento puede obstruir su visión tanto como para privarlo del poder de distinguir objeto alguno. Alabado sea el nombre de Quien ha creado todas estas causas, y es la Causa de ellas, Quien ha ordenado que dependa de ellas todo cambio y variación en el mundo del ser. Toda cosa creada en el universo entero no es sino una puerta que conduce al conocimiento de Él, un signo de Su soberanía, una revelación de Sus nombres, un símbolo de Su majestad, una muestra de Su fuerza, un medio de ser admitido en Su recto Camino...

En verdad, digo que el alma humana es, en su esencia, uno de los signos de Dios, un misterio entre Sus misterios. Es uno de los poderosos signos del Omnipotente, el heraldo que proclama la realidad de todos los mundos de Dios. En ella se halla oculto lo que ahora el mundo es completamente incapaz de comprender. Reflexiona en tu corazón sobre la revelación del Alma de Dios que impregna todas Sus Leyes, y compárala con esa naturaleza baja de los apetitos que se ha rebelado contra Él, que prohíbe a la gente volverse hacia el Señor de los Nombres y que la empuja a ir tras su lujuria y perversidad. En verdad semejante alma se ha extraviado en el camino del error...

Además, me has preguntado sobre el estado del alma después de su separación del cuerpo. Has de saber que, en realidad, si el alma ha transitado por los caminos de Dios, ciertamente regresará y será recogida en la gloria del Amado. ¡Por la rectitud de Dios! Logrará una estación que ninguna pluma puede retratar, ni lengua describir. El alma que se ha mantenido fiel a la Causa de Dios y ha permanecido invariablemente firme en Su Senda poseerá, después de su ascensión, tal poder que obtendrán provecho de ella todos los mundos que el Todopoderoso ha creado. Esa alma es, a petición del Rey Ideal y Educador Divino, la levadura pura que eleva el mundo del ser, y provee la fuerza por la cual se ponen de manifiesto las artes y maravillas del mundo. Recuerda que la harina necesita levadura para fermentar. Aquellas almas que son el símbolo del desprendimiento son la levadura del mundo. Medita sobre esto y sé de los agradecidos.

En varias de Nuestras Tablas Nos hemos referido a este tema y hemos mostrado las diversas etapas del desarrollo del alma. En verdad digo que el alma humana está por encima de toda salida y retorno. Está quieta, mas se remonta; se mueve, y empero está quieta. Es, en sí, una prueba que da testimonio de la existencia de un mundo contingente, así como la realidad de un mundo que no tiene principio ni fin. Fíjate cómo el sueño que has tenido, después del lapso de muchos años, se representa de nuevo ante tus ojos. Considera cuán extraño es el misterio del mundo que se te aparece en tu sueño. Reflexiona en tu corazón sobre la inescrutable sabiduría de Dios y medita sobre sus múltiples revelaciones...

Contempla las maravillosas pruebas de la obra maestra de Dios, y reflexiona sobre su alcance y carácter. Aquel que es el Sello de los Profetas ha dicho: “¡Acrecienta mi admiración y asombro por Ti, oh Dios!”

Respecto de tu pregunta sobre si el mundo físico está sujeto a limitaciones, has de saber que la comprensión de este tema depende del observador mismo. En un sentido es limitado; en otro, está por encima de toda limitación. El único Dios verdadero ha existido eternamente, y continuará existiendo para siempre. Su creación, asimismo, no ha tenido principio ni tendrá fin. Sin embargo, todo lo creado es precedido por una causa. Este hecho, en sí, establece, sin la menor sombra de duda, la unidad del Creador.

Además, Me has preguntado acerca de la naturaleza de las esferas celestes. Para comprender su naturaleza sería necesario inquirir el significado de las alusiones que se han hecho sobre las esferas celestes y los cielos en los Libros de antaño, y descubrir el carácter de su relación con este mundo físico y la influencia que ejercen sobre él. Todo corazón se maravilla ante un tema tan anonadador, y toda mente queda perpleja por su misterio. Solamente Dios puede desentrañar su significación. Los sabios, que han fijado en varios miles de años la vida de esta tierra, no han tenido en cuenta, durante el largo período de sus observaciones, ni el número ni la edad de los otros planetas. Ten presentes, además, las múltiples divergencias que han resultado de las teorías propuestas por ellos. Has de saber que cada estrella fija tiene sus propios planetas, y cada planeta sus propias criaturas, cuyo número nadie puede calcular.

¡Oh tú que has fijado tus ojos en Mi semblante! La Aurora de Gloria ha manifestado en este Día su esplendor, y está llamando la Voz del Altísimo. Anteriormente hemos pronunciado estas palabras: “Éste no es un día para que alguien cuestione a su Señor. Incumbe a quien haya escuchado el Llamamiento de Dios, proclamado por Aquel que es la Aurora de Gloria, levantarse y exclamar: ‘¡Aquí estoy, aquí estoy, oh Señor de todos los Nombres; aquí estoy, aquí estoy, oh Hacedor de los Cielos! Atestiguo que por Tu Revelación han sido reveladas las cosas ocultas en los Libros de Dios, y se ha cumplido todo lo que ha sido consignado por Tus Mensajeros en las Sagradas Escrituras’”.