Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

LXXXV

¡Oh Mis siervos! Os incumbe refrescar y revivir vuestras almas mediante los muníficos favores que, en esta divina e inspiradora Primavera, se vierten sobre vosotros. El Sol de Su gran gloria ha derramado su resplandor sobre vosotros, y os han amparado las nubes de Su ilimitada gracia. ¡Cuán grande es la recompensa de quien no se haya privado de tan inmensa generosidad ni haya dejado de reconocer la belleza de su Bienamado en ésta, Su nueva vestidura!

Di: ¡Oh pueblo! La lámpara de Dios está encendida; prestad atención, no sea que los impetuosos vientos de vuestra desobediencia extingan su luz. Ahora es el tiempo de disponeros a magnificar al Señor, vuestro Dios. No luchéis por las comodidades materiales, y conservad vuestro corazón puro y sin mancha. El Maligno os acecha, listo para atraparos. Preparaos para defenderos de sus malvados artificios y, conducidos por la luz del nombre del único Dios verdadero, libraos de la oscuridad que os envuelve. Centrad vuestros pensamientos en el Bienamado, antes que en vosotros mismos.

Di: ¡Oh vosotros que os habéis desviado y habéis perdido el camino! El Mensajero Divino, Quien no habla sino la verdad, os ha anunciado la venida del Bienamado. He aquí que Él ya ha llegado. ¿Por qué motivo estáis deprimidos y abatidos? ¿Por qué permanecéis desalentados, cuando el Puro y Oculto Ser ha aparecido libre de velos entre vosotros? Aquel que es tanto el Principio como el Fin, Aquel que es tanto Quietud como Movimiento ya está manifiesto ante vuestros ojos. Ved cómo, en este Día, el Principio se refleja en el Fin, cómo de la Quietud se ha engendrado el Movimiento. Este movimiento se ha generado por las potentes energías que las palabras del Todopoderoso han liberado por toda la creación. Quien haya sido vivificado por su fuerza vitalizadora será impulsado a alcanzar la corte del Amado; y quien se haya privado de ella se hundirá en irreparable abatimiento. Es realmente sabio aquel a quien el mundo y todo lo que en él existe no han impedido reconocer la luz de este Día, quien no permite que la vana palabrería de las gentes lo desvíe del camino de la rectitud. Es realmente como un muerto aquel que, en el maravilloso amanecer de esta Revelación, no se ha vivificado con su inspiradora brisa. Es en verdad un cautivo aquel que no ha reconocido al Supremo Redentor, sino que ha aceptado que su alma esté trabada, afligida y desamparada en las cadenas de sus deseos.

¡Oh mis siervos! Quien haya probado de esta Fuente ha alcanzado la Vida eterna, y quien haya rehusado beber de ella es como los muertos. Di: ¡Oh obradores de iniquidad! La codicia os ha impedido prestar oído atento a la dulce voz de Aquel que es el Suficiente. Limpiad vuestros corazones de ella para que Su Secreto Divino sea descubierto a vosotros. Vedle aquí manifiesto y resplandeciente como el sol en toda su gloria.

Di: ¡Oh vosotros que carecéis de entendimiento! Una severa prueba os persigue y repentinamente os alcanzará. Despertad, para que quizá pase sin causaros daño. Reconoced el carácter exaltado del nombre del Señor, vuestro Dios, Quien ha venido a vosotros en la grandeza de Su gloria. Él, en verdad, es el Omnisciente, Quien todo lo posee, el Supremo Protector.