Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh
LXXXIX
Has de saber con toda seguridad que, así como crees firmemente que la Palabra de Dios, exaltada sea Su gloria, perdura para siempre, también debes creer con fe incuestionable que su significado nunca podrá ser agotado. Sin embargo, aquellos que son sus intérpretes señalados, aquellos cuyos corazones son los depositarios de sus secretos, son los únicos que pueden comprender su múltiple sabiduría. Quienquiera que, al leer las Sagradas Escrituras, se sienta tentado a extraer de ellas lo que le convenga para desafiar la autoridad del Representante de Dios entre los seres humanos es por cierto como un muerto, aunque en apariencia camine y converse con sus semejantes, y comparta con ellos su alimento y bebida.
¡Ah, si el mundo Me creyera! Si todo lo que está guardado dentro del corazón de Bahá, y que Le ha enseñado el Señor, Su Dios, el Señor de todos los nombres, fuera descubierto a la humanidad, cada uno de los habitantes de la tierra quedaría atónito.
¡Cuán grande es la multitud de verdades que la vestidura de las palabras no podrá jamás contener! ¡Cuán vasto es el número de realidades que ninguna expresión puede describir adecuadamente, cuyo significado nunca podrá ser revelado, y a las cuales no podrá hacerse ni siquiera la más remota alusión! ¡Cuán múltiples son las verdades que deben permanecer sin ser pronunciadas hasta que haya llegado el tiempo señalado! Así se ha dicho: “No todo lo que se sabe se puede expresar, ni todo lo que se pueda expresar ha de considerarse oportuno, ni tampoco puede toda expresión oportuna estimarse adecuada a la capacidad de quienes la oyen”.
De estas verdades algunas pueden ser reveladas solamente de acuerdo con la capacidad de los depositarios de la luz de Nuestro conocimiento, y los destinatarios de Nuestra gracia oculta. Rogamos a Dios que te fortalezca con Su poder, y que te permita reconocer a Aquel que es la Fuente de todo conocimiento, para que te desligues de todo saber humano, por cuanto “¿de qué le serviría a alguien esforzarse por obtener el saber cuando ya ha encontrado y reconocido a Aquel que es el Objeto de todo conocimiento?” Aférrate a la Raíz del Conocimiento, y a Aquel que es el Manantial de éste, para que seas independiente de todos los que aseguran ser versados en el saber humano, y cuya pretensión no puede ser sustentada por ninguna prueba clara ni por el testimonio de ningún libro esclarecedor.