Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

XC

Todo lo que hay en los cielos y en la tierra es prueba directa de la revelación en sí de los atributos y nombres de Dios, ya que en cada átomo están atesoradas las señales que dan testimonio elocuente de la revelación de aquella Muy Grande Luz. Me parece que, a no ser por la potencia de esa revelación, ningún ser podría jamás existir. ¡Cuán resplandecientes son los luminares de conocimiento que brillan en un átomo, y cuán vastos los océanos de sabiduría que ondulan dentro de una gota! Esto, en grado sumo, es aplicable al hombre, quien, entre todas las cosas creadas, ha sido investido con el manto de tales dones y señalado para la gloria de tal distinción. Pues en él se hallan revelados potencialmente todos los atributos y nombres de Dios en un grado que no ha sido superado ni excedido por ningún otro ser creado. A él le son aplicables todos esos nombres y atributos. Así Él ha dicho: “El hombre es Mi misterio, y Yo soy su misterio”. Son múltiples los versículos que se han revelado repetidamente en todos los Libros celestiales y santas Escrituras con referencia a este muy sutil y elevado tema. Así, Él ha revelado: “De seguro les mostraremos Nuestros signos en el mundo y dentro de ellos mismos”. Otra vez dice: “Y también en vosotros mismos: ¿acaso no veréis los signos de Dios?” Y en otra parte Él revela: “Y no seáis como los que olvidan a Dios, y por tanto Él los ha hecho olvidarse de sí mismos”. Con respecto a esto, ha dicho Aquel que es el Rey eterno -que las almas de todos los que moran en el Tabernáculo místico sean sacrificados por Él-: “Ha conocido a Dios quien se ha conocido a sí mismo”.

... De lo que se ha dicho queda claro que todas las cosas, en su más íntima realidad, muestran la revelación de los nombres y atributos de Dios dentro de ellas mismas. Cada una, según su capacidad, señala y expresa el conocimiento de Dios. Es tan potente y universal esta revelación, que ha abarcado todas las cosas visibles e invisibles. Así Él ha revelado: “¿Tiene alguien que no seas Tú un poder de revelación que no sea poseído por Ti, para que hubiese podido manifestarte? Ciego es el ojo que no Te percibe”. Asimismo ha dicho el Rey eterno: “Ninguna cosa he percibido sin percibir a Dios dentro de ella, a Dios antes de ella o a Dios después de ella”. Y también aparece en la tradición de Kumayl: “Mirad, una luz ha resplandecido en la mañana de la eternidad y he aquí, sus ondas han penetrado la más íntima realidad de todos los hombres”. El ser humano, lo más noble y perfecto de todo lo creado, supera a todo en la intensidad de esta revelación y es una expresión más plena de su gloria. Y de todos los seres humanos son las Manifestaciones del Sol de la Verdad los más perfectos, los más distinguidos y los más excelsos. Es más, todos excepto estas Manifestaciones viven por la acción de Su Voluntad, y se mueven y existen por las efusiones de Su gracia.