Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh

XCVI

La Pluma del Altísimo llama sin cesar; y, sin embargo, ¡cuán pocos son los que han prestado oído a su voz! Los moradores del reino de los nombres se han ocupado con los alegres ropajes del mundo, olvidando que todo el que tenga ojos para percibir y oídos para escuchar no puede sino reconocer cuán fugaces son sus colores.

Una nueva vida se agita, en esta época, dentro de todos los pueblos de la tierra; y, sin embargo, nadie ha descubierto su causa ni comprendido su motivo. Considerad los pueblos de Occidente. Mirad cómo, en su búsqueda de lo vano y trivial, han sacrificado y aún siguen sacrificando incontables vidas en aras de su establecimiento y promoción. Por otra parte, los pueblos de Persia, aun cuando son depositarios de una clara y luminosa Revelación, la gloria de cuya grandeza y renombre ha alcanzado al mundo entero, están desalentados y sumidos en un profundo letargo.

¡Oh amigos! No descuidéis las virtudes con que habéis sido dotados, ni seáis negligentes con vuestro alto destino. No permitáis que vuestros esfuerzos se pierdan a causa de las vanas imaginaciones que algunos corazones han ideado. Sois las estrellas del cielo del entendimiento, la brisa que sopla al amanecer, las mansas aguas de las cuales debe depender la vida misma de todas las criaturas, las letras inscritas en Su pergamino sagrado. Con la mayor unidad y con un espíritu de perfecta fraternidad, esforzaos, a fin de que podáis alcanzar aquello que es digno de este Día de Dios. Ciertamente, digo que las contiendas, disensiones y cualquier cosa que la mente humana detesta son totalmente indignas de su rango. Centrad vuestras energías en la propagación de la Fe de Dios. Quien sea digno de vocación tan elevada, que se disponga a promoverla. Quien sea incapaz de hacerlo tiene el deber de designar a quien, en su lugar, haya de proclamar esta Revelación, cuya fuerza ha hecho temblar las más poderosas estructuras, ha reducido a polvo todas las montañas y ha dejado anonadadas a todas las almas. Si la grandeza de este Día fuera revelada en toda su amplitud, todo ser humano en su anhelo por participar, aunque sólo fuera por un momento, de su gran gloria, sacrificaría una miríada de vidas, ¡cuánto más este mundo y sus tesoros corruptibles!

Dejaos guiar por la prudencia en todas vuestras acciones y aferraos tenazmente a ella. Quiera Dios que todos seáis fortalecidos para llevar a cabo lo que es la Voluntad de Dios, y seáis ayudados benévolamente a apreciar el rango conferido a aquellos de Sus amados que se han dispuesto a servirle y magnificar Su nombre. Con ellos sea la gloria de Dios, la gloria de todo lo que está en los cielos y todo lo que está en la tierra, y la gloria de los moradores del exaltadísimo Paraíso, el cielo de los cielos.