Riḍván 2008

Traducción

Riḍván 2008

A los bahá’ís del mundo

Muy queridos amigos:

Miles y miles de personas, representando la diversidad del conjunto de la familia humana, están inmersos en el estudio sistemático de la Palabra Creativa en un ambiente serio a la par que inspirador. A medida que ponen en práctica los conocimientos aprendidos mediante un proceso de acción, reflexión y consulta, ven su capacidad para servir a la Causa alcanzar nuevos niveles. Fruto del íntimo anhelo de todo corazón por comulgar con su Creador, realizan actos de adoración colectiva en ambientes diversos, uniéndose a otros en oración, despertando susceptibilidades espirituales y dando forma a un patrón de vida distinguido por su carácter devocional. Conforme se visitan unos a otros en sus hogares e interactúan con familias, amigos y conocidos, entablan una conversación con propósito sobre temas de trascendencia espiritual, profundizan su conocimiento de la Fe, comparten el mensaje de Bahá’u’lláh e invitan a un número creciente de ellos a sumarse a esta poderosa empresa espiritual. Conscientes de las aspiraciones de los niños del mundo y de su necesidad de educación espiritual, amplían las miras de sus esfuerzos a fin de incluir a contingentes mayores de participantes en clases que se convierten en centros de atracción para estas generaciones y afianzan las raíces de la Fe en la sociedad. Ayudan a los prejóvenes a navegar por una etapa crucial de sus vidas y a adquirir los poderes para encaminar su energía hacia el progreso de la civilización. Y de entre la plétora de recursos humanos, cada vez más amigos se levantan para expresar su fe mediante una oleada creciente de iniciativas que responden a las necesidades de la humanidad tanto en su dimensión espiritual como material. Tal es el panorama ante nosotros al hacer un alto en este Riḍván para observar el avance de la comunidad mundial bahá’í.

En varias ocasiones hemos indicado que el propósito de la serie de Planes globales que llevarán al mundo bahá’í a la celebración del centenario de la Edad Formativa de la Fe en el 2021 se alcanzará mediante un sustancial avance en la actividad y el desarrollo del creyente, de las instituciones y de la comunidad. En este, el punto medio de lo que será un cuarto de siglo de esfuerzos coherentes y enfocados, las evidencias de una mayor capacidad se manifiestan por doquier. Especialmente significativo es el impacto cada vez más amplio del dinamismo resultante de la interacción entre los tres participantes en el Plan. Las instituciones, tanto del nivel nacional como del local, ven con más y más claridad cómo crear las condiciones que conducen a la expresión de las energías espirituales del creciente número de creyentes que va tras una meta común. La comunidad se vuelve cada vez más ese entorno en el que el esfuerzo individual y la acción colectiva, mediados por el instituto, se complementan mutuamente para lograr progreso. La vitalidad que refleja y la unidad de propósito que anima sus esfuerzos van atrayendo, engrosando así sus filas, a todos aquellos de cualquier procedencia que ansían dedicar su tiempo y su energía al bienestar de la humanidad. Que las puertas de la comunidad están mucho más abiertas para que toda alma receptiva entre y reciba sustento de la Revelación de Bahá’u’lláh está claro. Nada atestigua mejor la eficacia de la interacción entre los tres participantes en el Plan que la notable aceleración del ritmo de enseñanza experimentada este último año. El avance logrado en el proceso de entrada en tropas ha sido, en verdad, significativo.

Dentro de este ámbito ampliado de interacción, la iniciativa personal se está volviendo cada vez más efectiva. En mensajes anteriores, nos hemos referido al ímpetu que el proceso de instituto da al ejercicio de la iniciativa del creyente. Los amigos en cada continente están dedicados al estudio de los Escritos con el propósito explícito de aprender a aplicar las enseñanzas al crecimiento de la Fe. Un número considerable de ellos está asumiendo responsabilidades que dan vitalidad espiritual a sus comunidades; con energía, están realizando actos de servicio dignos de una pauta sana de crecimiento. A medida que han perseverado en el campo del servicio a la Causa, manteniendo una postura humilde de aprendizaje, su valor y prudencia, entusiasmo y mesura, fervor y circunspección, determinación y confianza en Dios se han combinado todos, más y mejor, para reforzarse entre sí. En su presentación del mensaje de Bahá’u’lláh y en la exposición de sus verdades, están siendo fieles a las palabras de Shoghi Effendi cuando dice que no deben ni «dudar» ni «vacilar», ni «recalcar demasiado» ni «recortar» la verdad que defienden. No son ni «fanáticos» ni «excesivamente liberales». Por su constancia en la enseñanza, han desarrollado la habilidad para determinar si la receptividad del oyente precisa que sean «cautos» u «osados», «actuar con rapidez» o «esperar», adoptar un enfoque «directo» o «indirecto» en los métodos que emplean.

Lo que seguimos encontrando alentador es cuán disciplinada es esta iniciativa personal. Las comunidades en todas partes están interiorizando gradualmente las lecciones que van aprendiendo de la sistematización, y el marco delineado por la serie de Planes actuales da coherencia y flexibilidad a la labor de los amigos. Lejos de limitarlos, este marco les permite aprovechar las oportunidades, establecer relaciones y traducir una visión del crecimiento sistemático en realidad. En una palabra, da forma a sus poderes colectivos.

Al repasar lo que se ha logrado en todo el mundo, nuestros corazones se llenan de admiración especial por los creyentes de Irán, quienes, bajo las condiciones más arduas, se han dispuesto valientemente a servir a su país y están dirigiendo sus energías hacia su revitalización, a pesar de que las vías abiertas a ellos están limitadas. Dadas las restricciones impuestas a la administración de la Fe, se han volcado a nivel individual a dar a conocer las enseñanzas de Bahá’u’lláh a sus conciudadanos, entablando directamente con ellos conversaciones sobre Su mensaje redentor. No sólo han recibido el apoyo sin precedentes de almas iluminadas tan pronto han empezado a hacerlo, sino que han encontrado una receptividad mucho más allá de la que podrían haber imaginado.

Todo seguidor de Bahá’u’lláh consciente de las fuerzas de integración y desintegración que operan en la sociedad actual ve la relación entre el auge de la receptividad hacia la Fe en todas partes del globo y el fracaso de los sistemas del mundo. Que semejante receptividad vaya a aumentar conforme la agonía de la humanidad se intensifica es seguro. Que no haya equivocación alguna: la construcción de capacidad puesta en marcha para responder a una receptividad cada vez mayor está aún en sus etapas iniciales. La magnitud de las exigencias de un mundo desordenado pondrá a prueba esta capacidad hasta sus límites en los años venideros. La humanidad está maltrecha por las fuerzas de la opresión, ya sean estas originadas en las profundidades del prejuicio religioso o en la cima del materialismo desenfrenado. Los bahá’ís pueden reconocer las causas de esta aflicción. «¿Qué “opresión” es más dolorosa», pregunta Bahá’u’lláh, «que el hecho de que un alma busque la verdad y desee alcanzar el conocimiento de Dios, y no sepa a dónde dirigirse ni de quién obtenerlo?». No hay tiempo que perder. Ha de lograrse un avance continuo en la actividad y el desarrollo de los tres participantes en el Plan.

‘Abdu’l-Bahá ha exaltado «dos llamados» al «éxito y a la prosperidad» que resuenan desde las «alturas de la felicidad de la humanidad». Uno es el llamado de la «civilización», del «progreso del mundo material». Comprende «las leyes», «ordenanzas», «artes y ciencias» mediante las cuales avanza la humanidad. El otro es el «llamado de Dios, que conmueve el alma», del que depende la felicidad eterna de la humanidad. «Este segundo llamado», ha explicado el Maestro, «está basado en las instrucciones y exhortaciones del Señor, y en las amonestaciones y emociones altruistas, pertenecientes al dominio de la moralidad, las cuales, al igual que una luz brillante, alumbran e iluminan la lámpara de las realidades del género humano. Su penetrante poder es la palabra de Dios». Según prosiguen con el trabajo en sus agrupaciones, se verán atraídos más y más hacia la vida de la sociedad que los rodea y serán desafiados a ampliar el proceso de aprendizaje sistemático en el que están inmersos a fin de dar cabida a una amplia gama de empeños humanos. En los enfoques que adopten, los métodos que empleen y los instrumentos que utilicen, necesitarán alcanzar el mismo grado de coherencia que caracteriza la pauta de crecimiento establecida actualmente.

Sostener el crecimiento en una agrupación tras otra dependerá de las cualidades que distingan su servicio a los pueblos del mundo. Tan libres deben estar sus pensamientos y acciones de cualquier traza de prejuicio —racial, religioso, económico, nacional, tribal, de clase o cultural— que hasta el desconocido vea en ustedes un amigo amoroso. Tan elevado ha de ser su estándar de excelencia y tan puras y castas sus vidas, que la influencia moral que ejerzan penetre la conciencia de la sociedad en general. Sólo si demuestran la rectitud de conducta a la que los escritos de la Fe exhortan a toda alma, podrán oponerse a la miríada de formas de corrupción, manifiestas o sutiles, que carcomen las entrañas de la sociedad. Sólo si perciben el honor y la nobleza en cada ser humano —lo cual es independiente de la riqueza o la pobreza— serán capaces de defender la causa de la justicia. Y en la medida en que los procesos administrativos de sus instituciones estén gobernados por los principios de la consulta bahá’í, podrán refugiarse en la comunidad bahá’í las grandes masas de la humanidad.

Conforme siguen adelante, tengan la seguridad de que el Concurso de lo alto está formando filas y mantiene sus fuerzas a punto para acudir en su ayuda. Nuestras continuas oraciones les acompañarán.

[Firmado: La Casa Universal de Justicia]